Hace tan solo 20 años, era difícil diagnosticar y ofrecer un tratamiento eficaz del desgarro del labrum del hombro. Pero los avances en artroscopia permiten ahora a los médicos utilizar cámaras en miniatura para ver el daño del labrum y repararlo quirúrgicamente.
Anatomía de un desgarro del labrum
La bola del hueso de la parte superior del brazo suele ser mucho más grande que la cavidad, y un borde de tejido fibroso blando llamado labrum rodea la cavidad para ayudar a estabilizar la articulación. Si la articulación recibe un impacto significativo o una tensión repetitiva, puede producirse un desgarro del labrum.
El tipo de lesiones que pueden causar un desgarro del labrum incluyen:
- Caer sobre un brazo extendido (deslizamiento en la base)
- Un golpe directo en el hombro (fútbol)
- Un levantamiento repentino de demasiado peso (levantamiento de pesas)
- Un alcance violento por encima de la cabeza (baloncesto/béisbol)
- Dolor, por lo general con actividades por encima de la cabeza
- Atrapamiento, bloqueo, chasquido o rechinamiento
- Dolor nocturno ocasional o dolor con las actividades diarias
- Sensación de inestabilidad en el hombro
- Disminución de la amplitud de movimiento
- Pérdida de fuerza
Cada vez que un hombro se «disloca» hay casi un 100 por ciento de posibilidades de que se haya producido un desgarro del labrum.
Síntomas del desgarro labral
Los síntomas de un desgarro labral pueden incluir:
Diagnóstico de un desgarro del labrum
Su médico le preguntará si recuerda un momento determinado en el que comenzó el dolor. Si los signos clínicos de un desgarro del labrum están presentes en su hombro, es probable que solicite una artrografía por resonancia magnética para detectar un desgarro del labrum, ya que las radiografías no pueden detectar una lesión de los tejidos blandos.
Su médico realizará una exploración física que compruebe la amplitud de movimiento, la inestabilidad y el dolor. En última instancia, su médico se basará en la artroscopia para el diagnóstico final y el tratamiento.
Opciones de tratamiento del desgarro del labrum del hombro
Tratamiento no quirúrgico
Inicialmente, el tratamiento para un desgarro del labrum puede consistir en medicación antiinflamatoria y reposo. También se pueden recomendar ejercicios de rehabilitación para fortalecer los músculos del manguito de los rotadores, que ayudan a estabilizar el hombro lesionado.
Si estas medidas conservadoras son insuficientes, su médico puede recomendar una cirugía artroscópica para reparar el desgarro del labrum.
Cirugía
Durante la artroscopia del desgarro del labrum, el médico examinará todo el labrum. Si el desgarro del labrum parece ser inestable con desprendimiento del labrum de la cavidad del hombro, el cirujano reparará el labrum de vuelta a la cavidad del hombro.
Si el desgarro implica sólo un colgajo de tejido desgarrado del labrum sin desprendimiento del labrum de la cavidad ósea subyacente del hombro, el cirujano puede simplemente afeitar el colgajo de tejido lejos del tejido labral intacto subyacente.
Si el desgarro del labrum se produce en el lugar del tendón del bíceps (lesión SLAP) o si el desgarro se extiende al tendón del bíceps, el cirujano a veces tendrá que reparar el desgarro del labrum y volver a unir el tendón utilizando chinchetas, alambres o suturas absorbibles.
En los casos en los que el desgarro del labrum se asocia con inestabilidad o dislocaciones del hombro, el cirujano no sólo reparará el labrum, sino que también tensará los ligamentos estirados del hombro, así como apretará la cápsula para restaurar la estabilidad de la articulación.
Recuperación después de la cirugía de desgarro del labrum del hombro
Después de la cirugía, tendrá que llevar un cabestrillo durante tres o cuatro semanas. Su médico también le prescribirá ejercicios de amplitud de movimiento suaves, pasivos y sin dolor para evitar que la cápsula del hombro se vuelva rígida. Cuando se retire el cabestrillo, tendrá que hacer ejercicios de movimiento y flexibilidad que fortalezcan gradualmente el bíceps, los músculos del manguito de los rotadores y otros músculos circundantes.
Los atletas suelen poder empezar a hacer ejercicios específicos para el deporte entre ocho y doce semanas después de la reparación, ya que pasarán entre tres y cuatro meses hasta que el hombro esté completamente curado.