Una de las cuestiones candentes que siempre surgen, y que se vio en evidencia en las respuestas de los medios sociales centradas en Estados Unidos y Reino Unido, es la cuestión de la ascendencia de la Cleopatra histórica. Se trata, por supuesto, de una cuestión complicada a la que se han dedicado muchísimos historiadores y entusiastas de la cultura pop. De hecho, la mayoría de los comentarios de los medios de comunicación sobre el primer vistazo de la controversia cayeron rápidamente en los viejos tropos de situar a Gadot como Cleopatra dentro de una larga historia de color de piel «¿Era Cleopatra blanca?» frente a «¿Era Cleopatra negra?», que ha estado haciendo estragos desde que se anunció hace años una posible versión protagonizada por Angelina Jolie o Lady Gaga. Más allá de este debate cromático están las discusiones sobre si Cleopatra era una reina «africana», egipcia (pero no «africana») o «griega» (es decir, macedonia), como si fueran identidades mutuamente excluyentes y genéticamente únicas. Para debatir esto, tanto los estudiosos como el público en general se fijan en las lagunas aparentemente inexplicables del árbol genealógico de Cleopatra y retroyectan sobre ella las categorías de identidad política modernas.
Las lagunas más destacadas se encuentran en la identidad de la madre de Cleopatra y en la de su abuela. En 2009, un grupo de presentadores/arqueólogos de la BBC propusieron, basándose en el análisis de un cuerpo que se decía que era el de Arsinoe, la hermana de Cleopatra, que su madre «tenía un esqueleto ‘africano’.» También se ha argumentado en varias ocasiones que su abuela paterna era indígena egipcia y, por tanto, potencialmente «negra». A pesar de estos intentos por comprender las anomalías en la historia familiar de Cleopatra, en su mayor parte, cuando se les pregunta, la mayoría de los estudiosos y estudiantes del mundo grecorromano, dirán, sin dudarlo «Cleopatra VII era blanca, de ascendencia macedonia, al igual que todos los gobernantes Ptolomeos, que vivieron en Egipto». A menudo, incluso descartan las especulaciones de que podría no ser «blanca» por considerarlas poco creíbles.
La realidad, sin embargo, es que «blanco» y «negro» no son categorías antiguas de raza o etnia y que «egipcio», «macedonio», «griego» y «africano» tienen significados modernos diferentes e invocan afiliaciones políticas y sociales distintas de las que tenían en la antigüedad. Incluso la calificación de que Cleopatra era una «griega macedonia» se hace eco de las disputas contemporáneas sobre el uso del nombre «Macedonia». Intentar decidir en cuál de estas identidades encaja Cleopatra es como meter una clavija redonda en un agujero cuadrado. Y lo que es más importante, cuando los estudiosos perpetúan la idea de que su árbol genealógico define su condición de griega, egipcia o africana, o incluso su «raza», perpetúan la idea de que las identidades raciales modernas que habitamos son universales en todo momento y lugar. Pero Cleopatra no tiene una «raza» tal y como la entendemos y hacer cualquier afirmación para poder identificar el «verdadero origen racial» de Cleopatra es perpetuar una posición política moderna. No puede ser «egipcia al menos en un 50%» o «griega macedonia pura» porque tales cosas son formas modernas de identidad social y políticamente importantes y estructuradas; la raza no es una verdad genética. Si nos guiamos por la propia antigüedad, las fuentes antiguas sobre Cleopatra no están interesadas en disputar o incluso discutir su identidad de la forma en que nos obsesionamos.
Antes de que podamos hablar sobre quién era Cleopatra y quién debería interpretarla en el cine o la televisión, entonces, tenemos que ser honestos en cuanto a que cualquier casting de Cleopatra es uno que se ajusta a un deseo político moderno o a una fantasía social, ya sea esa fantasía de una antigüedad blanca o un deseo de representación inclusiva en los medios populares. Desde este punto de vista, es mucho más fácil entender por qué la controversia estalla con tanta frecuencia en los castings de Hollywood y la televisión. Tenemos visiones opuestas de quién es Cleopatra para nosotros. El problema, en última instancia, es quién es «nosotros».