Sadismo, trastorno psicosexual en el que los impulsos sexuales se gratifican infligiendo dolor a otra persona. El término fue acuñado por el psicólogo alemán de finales del siglo XIX Richard von Krafft-Ebing en referencia al Marqués de Sade, un noble francés del siglo XVIII que relató sus propias prácticas de este tipo. El sadismo suele estar relacionado con el masoquismo (q.v.), en el que la excitación sexual resulta de recibir dolor, y muchos individuos responden en cualquiera de los dos papeles. El sádico, sin embargo, suele buscar una víctima que no sea masoquista, ya que parte de la excitación sexual se deriva de la falta de voluntad de la víctima. El nivel y el alcance de la violencia sádica pueden variar considerablemente, desde la imposición de un dolor leve en un juego amoroso por lo demás inofensivo hasta la brutalidad extrema, que a veces conduce a lesiones graves o a la muerte. La satisfacción del sádico puede resultar no de infligir dolor físico real, sino del sufrimiento mental de la víctima. Los impulsos sexuales pueden limitar el nivel de violencia, pero en algunos casos el impulso agresivo se vuelve predominante y el sádico progresa hacia expresiones más extremas de sus tendencias violentas. El sadismo puede ser un factor en algunos crímenes violentos, en particular la violación y el asesinato.
El término sadismo se utiliza ocasionalmente fuera del contexto sexual, para describir a individuos que son deliberadamente crueles o que parecen obtener placer de humillar y dominar a otros en situaciones sociales. En este contexto, algunas formas más leves de sadismo son relativamente más aceptables, como el uso del sarcasmo humillante como herramienta de conversación.