¿Cuáles son los síntomas de la COP?
La COP suele comenzar con lo que parece una enfermedad similar a la gripe. La mayoría de los pacientes experimentan dificultad para respirar con el esfuerzo, tos seca y pérdida de peso. Si la enfermedad progresa (empeora) puede tener falta de aire incluso en reposo. En raras ocasiones, los pacientes pueden tener dolor en el pecho, dolor en las articulaciones, sudores nocturnos o tos con sangre. Los síntomas más comunes de la EPC son:
- Tos persistente (que dura de 2 a 4 meses), tos no productiva (lo que significa que no expulsa mucosidad)
- Fiebre
- Escalofríos y temblores
- Falta de aliento
- Fatiga
- Pérdida de apetito
- Pérdida de peso.
- Pérdida de apetito
- Pérdida de peso
Cómo se diagnostica la EPC
La EPC suele diagnosticarse descartando otras enfermedades. Su médico le hará muchas preguntas sobre su salud para obtener un historial detallado del paciente. Esto es importante porque los signos y síntomas de la EP pueden ser similares a los efectos secundarios comunes de los medicamentos y a otras enfermedades. Lo más probable es que su médico solicite pruebas como radiografías de tórax, pruebas de laboratorio, pruebas de función pulmonar y posiblemente una biopsia de pulmón antes de dar un diagnóstico.
Cómo se trata la EPOC
Los pacientes con EPC tienen un pronóstico excelente. Los casos más leves de EPC desaparecerán por sí solos. Sin embargo, en la mayoría de los casos, es necesario algún tipo de tratamiento. Los corticosteroides, como la prednisona, son la medicación más habitual y pueden recetarse durante unas semanas o unos meses. Es extremadamente importante tomarlo tal y como se ha prescrito.
Si no se observa una mejora en unas semanas, se pueden utilizar medicamentos citotóxicos como la ciclofosfamida. Las recidivas son frecuentes, por lo que una vez finalizado el tratamiento es conveniente hablar con su médico y controlar su evolución, realizándose pruebas de seguimiento si es necesario. Es importante tener en cuenta que el COP no responde a los antibióticos.