Diagnóstico de RGF
Los médicos tienen muchas formas de estimar el tamaño de los bebés durante el embarazo. Una de las más sencillas y comunes es medir la distancia desde el fondo de saco de la madre (la parte superior del útero) hasta el hueso púbico. A partir de la semana 20 de embarazo, la medida en centímetros suele corresponderse con el número de semanas de embarazo. Una medida inferior a la esperada puede indicar que el bebé no está creciendo como debería.
Otros procedimientos para diagnosticar la RFF y evaluar la salud del bebé son los siguientes:
Una ecografía. La prueba principal para comprobar el crecimiento del bebé en el útero, la ecografía implica el uso de ondas sonoras para crear imágenes del bebé. La ecografía permite al médico ver al bebé en el útero con un instrumento que se mueve sobre el abdomen de la madre.
La ecografía puede utilizarse para medir la cabeza y el abdomen del bebé. El médico puede comparar esas medidas con las tablas de crecimiento para estimar el peso del bebé. La ecografía también puede utilizarse para determinar la cantidad de líquido amniótico que hay en el útero. Una cantidad baja de líquido amniótico podría sugerir una RGF.
Flujo Doppler. El flujo Doppler es una técnica que utiliza ondas sonoras para medir la cantidad y la velocidad del flujo sanguíneo a través de los vasos sanguíneos. Los médicos pueden utilizar esta prueba para comprobar el flujo de sangre en el cordón umbilical y los vasos del cerebro del bebé.
Comprobaciones de peso. Los médicos comprueban y registran rutinariamente el peso de la madre en cada revisión prenatal. Si una madre no está ganando peso, podría indicar un problema de crecimiento en su bebé.
Monitorización fetal. Esta prueba consiste en colocar electrodos sensibles en el abdomen de la madre. Los electrodos se mantienen en su sitio mediante una banda elástica ligera y se conectan a un monitor. Los sensores miden la frecuencia y el patrón de los latidos del bebé y los muestran en un monitor o los imprimen.
Amniocentesis. En este procedimiento, se coloca una aguja a través de la piel del abdomen de la madre y dentro de su útero para extraer una pequeña cantidad de líquido amniótico para su análisis. Las pruebas pueden detectar infecciones o algunas anomalías cromosómicas que podrían provocar una RFF.