Resumen
Anthony Giddens ha sugerido que si se hubiera limitado a llamar a su libro seminal La Tercera Vía «La renovación de la socialdemocracia», probablemente habría sido mucho menos influyente o controvertido1 . Sin embargo, Giddens también tiene razón al afirmar que, independientemente del nombre que le demos, muchos de los principios clave de la Tercera Vía son ahora ampliamente aceptados como sentido común en todo el espectro político, y sobrevivirán a la propia expresión. Tras una breve recapitulación de los principales temas de la Tercera Vía, este capítulo argumenta que los críticos académicos y los oponentes políticos, tanto de la izquierda como de la derecha, se equivocaron al descartarla como un mero giro, o como una cortina de humo para otra agenda ideológica (normalmente neoliberal). Sea cual sea la opinión política de cada uno sobre la Tercera Vía, debería reconocerse como un importante análisis de las transformaciones fundamentales de la modernidad tardía; esto tiene profundas implicaciones para la política en general y el centro-izquierda en particular. A la vista de este análisis, la Tercera Vía pretende refundir la relación entre el Estado y el ciudadano en pos de lo que considera tanto la eficiencia económica como la justicia social. Este intento de injertar un proyecto político en la teoría sociológica plantea importantes cuestiones sobre cómo debemos entender la ideología en las condiciones de la modernidad tardía. De cara al futuro, parece que el relato de la Tercera Vía sobre los retos a los que se enfrenta la política progresista sobrevivirá al Nuevo Laborismo y -en una forma actualizada- seguirá definiendo la política contemporánea. Sin embargo, las estrategias futuras que tengan éxito tendrán que ser más hábiles que el Nuevo Laborismo a la hora de desarrollar una narrativa política distintiva sobre cómo responderán y darán forma al cambio.