INFORME DEL CASO
La Sra. M. era una licenciada de 23 años sin antecedentes familiares ni psiquiátricos significativos. Su enfermedad psiquiátrica de inicio insidioso y curso continuado de 3 años se caracterizaba por murmurar y reírse para sí misma, y desvestirse en público sin motivo, retraimiento social, irritabilidad y arrebatos de ira, delirios de referencia y persecución, y alucinaciones auditivas de tipo comando; pero sin síntomas afectivos o cognitivos significativos. Dos años atrás, sin motivo alguno pero con una seria intención suicida, había consumido líquido limpiador de inodoros sin ninguna secuela médica. Desde entonces estaba bajo tratamiento psiquiátrico, que incluía 5 TEC, y desde hace 9 meses comprimidos de quetiapina 400 mg, clorpromazina 150 mg, risperidona 4 mg y clonazepam 2 mg diarios; con mejoría parcial (puntuación GAF-30) a pesar del buen cumplimiento asegurado por la familia.
Después de un arrebato de ira consumió 14 comprimidos de quetiapina 100 mg y en una hora fue llevada a nuestros servicios de emergencia. No había antecedentes de sobredosis de otros fármacos concurrentes. La exploración física fue normal excepto por la somnolencia y la taquicardia (140/minuto); no había depresión respiratoria. El examen del estado mental mostraba una buena orientación, alucinaciones auditivas dominantes, una marcada hostilidad y arrebatos de ira. No dio ninguna razón para la sobredosis. La hematología, la bioquímica y la radiografía de tórax fueron normales; el ECG mostró taquicardia supraventricular (167/minuto) y una mínima depresión del ST en las derivaciones V1 a V6. Se realizó un lavado gástrico a las 2 horas de la sobredosis; se utilizó lorazepam 2 mg i/v una vez para controlar la agitación. Tras 14 horas de observación en urgencias fue enviada a casa.
Al día siguiente en el seguimiento ambulatorio psiquiátrico se aumentó la quetiapina a 600 mg diarios (no se prescribió risperidona ni clonazepam). Tres semanas más tarde, un nuevo intento de suicidio por corte de muñeca obligó a su ingreso en la sala de psiquiatría. Una repetición del ECG mostró taquicardia supraventricular (152/minuto); no había otros síntomas/signos cardíacos, y la hematología y la bioquímica eran normales. El cardiólogo opinó que se trataba de un «efecto secundario de la medicación» y no aconsejó ninguna intervención activa. La taquicardia remitió durante la semana siguiente. Al no mejorar con más de 8 semanas de quetiapina de 600 mg diarios, se le administraron 9 TCE en días alternos. La falta de mejoría y su mejor respuesta anterior a la combinación de quetiapina-risperidona llevaron a la reintroducción de la risperidona, aumentada durante 3 semanas a 6 mg/día. También se añadieron medidas no farmacológicas (programación de actividades, régimen de refuerzo/economía de fichas). Durante las siguientes 9 semanas mostró una mejora significativa, hasta alcanzar una puntuación GAF de 76. En general, su recuperación de la sobredosis fue sin incidentes y no afectó negativamente a la reinstitución de la quetiapina o la risperidona y al éxito de la cirugía plástica para la reparación del nervio mediano, dañado durante el corte de la muñeca. Con un buen cumplimiento del tratamiento durante el último año y medio ha mantenido su mejoría. Durante el seguimiento de 4 semanas atrás, su examen cardíaco y la repetición del ECG no mostraron ninguna anormalidad, excepto la taquicardia sinusal (100/minuto).