La prevención es la base del sistema de salud pública y el corazón de mi trabajo como Cirujano General. Pero no podemos empezar a abordar la prevención si nuestros pacientes no saben lo que estamos tratando de decirles. En consecuencia, mejorar los conocimientos sanitarios de la nación es fundamental para crear un sistema de atención basado en el bienestar y la prevención.
Imagínese a una viuda anciana a la que se le ha diagnosticado recientemente diabetes. O un nuevo padre cuyo bebé ha nacido con un trastorno metabólico. O un inmigrante reciente que ha enfermado por el trabajo. Imagínese entonces que oye las palabras «insulina», «carbohidratos», «fenilcetonuria», «hipertensión», «neumoconiosis» u otros términos médicos. Es probable que estas palabras sean una jerga incomprensible, especialmente para los nueve de cada diez adultos que tienen dificultades para entender la información sobre la salud.1
Como médicos, lo que decimos no importa a menos que nuestros pacientes sean capaces de entender la información que les damos lo suficientemente bien como para utilizarla para tomar buenas decisiones sobre el cuidado de la salud. De lo contrario, no llegamos a ellos, y eso es lo mismo que si no los tratamos.
El Departamento de Salud y Servicios Humanos de los Estados Unidos (HHS) define la alfabetización sanitaria como «el grado en que los individuos tienen la capacidad de obtener, procesar y comprender la información y los servicios sanitarios básicos necesarios para tomar decisiones de salud adecuadas.»2 Las personas con conocimientos limitados sobre la salud pueden tener problemas para leer y comprender las etiquetas de los alimentos, rellenar los formularios de evaluación de la salud, comunicar los síntomas a un clínico, medir los medicamentos, navegar por el sistema de atención sanitaria o seguir las instrucciones de autocuidado.
Numerosos estudios demuestran la correlación entre los bajos conocimientos sobre la salud y el mal estado de salud. La falta de conocimientos en materia de salud da lugar a una infrautilización de los recursos preventivos, como las vacunas y las revisiones rutinarias. Influye en la comprensión por parte del paciente de las instrucciones de los médicos sobre la medicación, lo que puede afectar a la gestión de enfermedades crónicas como la diabetes, el asma o la hipertensión.3 Entre los adultos, existe una relación directa entre los bajos conocimientos sanitarios y la escasa comprensión de la información sobre atención preventiva y el acceso a los servicios de atención preventiva.4
También existe una fuerte correlación entre los conocimientos sanitarios y las disparidades en materia de salud. El HHS informa de que las diferencias culturales y lingüísticas entre los pacientes repercuten directamente en sus niveles de alfabetización sanitaria, lo que, a su vez, contribuye a aumentar la prevalencia de las disparidades sanitarias5 entre los adultos mayores, las minorías raciales/étnicas, los refugiados e inmigrantes recientes, las personas con bajos ingresos y los hablantes no nativos de inglés. Y aunque promover la alfabetización sanitaria es una estrategia para reducir las disparidades, también mejora la prestación de una atención centrada en el paciente.6
La alfabetización sanitaria es tan importante para los médicos como para los pacientes. Para salvar la brecha entre la información médica proporcionada y su puesta en práctica, necesitamos profesionales de la salud que sean capaces de hablar el idioma y entender la cultura de sus pacientes.
Dado que los clínicos no siempre saben qué individuos tienen una alfabetización sanitaria limitada, unas prácticas de comunicación claras y la eliminación de las barreras relacionadas con la alfabetización mejorarán la atención a todos los pacientes. Existen herramientas para ayudar a los médicos de atención primaria que estén interesados en reestructurar sus servicios e interacciones con los pacientes para mejorar la forma en que ofrecen la información sanitaria. Una de estas herramientas es el Kit de Precauciones Universales de Alfabetización Sanitaria de la Agencia para la Investigación y la Calidad de la Atención Sanitaria (AHRQ).7 El kit ofrece una forma de evaluar los servicios para las consideraciones de alfabetización sanitaria y concienciar a todo el personal de la consulta.
Aumentar la alfabetización sanitaria de la nación requiere un esfuerzo de colaboración. Por lo tanto, el HHS ha trabajado con más de 700 socios del sector público y privado para desarrollar un Plan de acción nacional para mejorar la alfabetización sanitaria.8 Este plan de acción pretende involucrar a las organizaciones, los profesionales, los responsables políticos, las comunidades, los individuos y las familias en un esfuerzo vinculado y multisectorial para mejorar la alfabetización sanitaria. Se basa en los principios de que (1) todo el mundo tiene derecho a la información sanitaria que le ayude a tomar decisiones con conocimiento de causa y (2) los servicios sanitarios deben prestarse de forma comprensible y beneficiosa para la salud, la longevidad y la calidad de vida. Con la entrega adecuada de información, podemos fomentar una cultura de mejora de los conocimientos sanitarios para mejorar la salud de las personas y de todas las comunidades.
Como «médico de Estados Unidos», quiero que nos convirtamos en una nación sana y saludable. Quiero que todos los estadounidenses tengan una vida larga y saludable. La mejora de los conocimientos sanitarios puede ayudarnos a conseguirlo. Por favor, únanse a mí mientras nos esforzamos por asegurar que nuestra nación se convierta en una nación más educada en materia de salud.