El intestino grueso es la sección final del sistema gastrointestinal antes del recto. En esta sección del tracto gastrointestinal se reabsorbe el agua y cualquier material de desecho restante se almacena como heces para ser eliminado. Se puede encontrar más información sobre la anatomía del intestino grueso aquí.
En este artículo se considerará cómo se mueve el material de desecho a través del intestino grueso y las condiciones clínicas que son relevantes para su función.
Desplazamiento Haustral
El intestino grueso está separado naturalmente en segmentos conocidos como haustra. A lo largo del curso de las paredes hay grupos de células llamadas células marcapasos. Éstas envían señales a las células musculares lisas de las paredes del intestino grueso haciendo que se contraigan a intervalos regulares.
La contracción hace que los alimentos se revuelvan en el intestino exponiendo el contenido intestinal a una mayor superficie de epitelio maximizando la absorción. Cada grupo de células controla un determinado número de haustra. Las células marcapasos más cercanas al íleon emiten señales ligeramente más rápidas que las situadas hacia el final de la longitud del intestino. Este gradiente permite una suave progresión del contenido del intestino hacia el recto.
Movimiento de masas
Mientras que el desplazamiento de los haustras se produce continuamente, el movimiento de masas sólo se produce una o dos veces al día. Se trata de una contracción peristáltica repentina y uniforme del músculo liso del intestino que se origina en el colon transverso y desplaza rápidamente las heces formadas hacia el recto, que normalmente está vacío. El resultado de esto es la sensación de necesidad de defecar.
La contracción puede ser estimulada por la comida. Cuando esto ocurre se denomina reflejo gastrocólico.
Relevancia clínica – Colitis ulcerosa
La colitis ulcerosa (CU) es una condición estructural causada por la inflamación del intestino grueso. Puede afectar a cualquier parte del colon grueso o del recto. Suele detenerse en el ciego, aunque algunos pacientes pueden presentar irritación del íleon debido a una ileítis por retroceso. La inflamación es continua, aunque hasta el 30% de los pacientes pueden experimentar una inflamación irregular, lo que hace que el diagnóstico endoscópico sea incierto. Los pacientes con CU suelen presentar diarrea con sangre, tenesmo, dolor y fatiga.
También puede haber rasgos extraintestinales de la enfermedad como; uveítis, escleritis, artritis, eritema nodoso, pioderma gangrenoso y úlceras bucales.
Para confirmar el diagnóstico de CU los pacientes se someterán a una historia clínica y a una exploración detallada. A continuación, se realizarán análisis de sangre que incluirán un hemograma para detectar anemia, U & E, LFT, amilasa para detectar pancreatitis y CRP/ESR para detectar inflamación. También se pueden evaluar los niveles de calprotectina fecal, ya que es un marcador sensible de la inflamación del intestino y distingue entre la EII y el SII. La endoscopia y la tomografía computarizada también pueden utilizarse para ayudar al diagnóstico y para evaluar la gravedad de la enfermedad.
El tratamiento depende de la gravedad y la localización de la enfermedad. La enfermedad grave requiere esteroides intravenosos urgentes y terapia de «rescate» con agentes anti-TNF-alfa o ciclosporina, aunque algunos pacientes pueden requerir una colectomía de emergencia. La enfermedad leve-moderada se trata de forma escalonada con una variedad de agentes inflamatorios como aminosalicilatos, corticosteroides, agentes anti-TNF-alfa y tiopurinas.
La cirugía se realiza a veces de forma aguda, aunque muchos pacientes se someten a una cirugía electiva debido a los efectos secundarios de los fármacos o al fracaso del tratamiento médico. A grandes rasgos, existen dos tipos de cirugías, ambas requieren la formación de una ileostomía temporal. Es importante asegurarse de que el paciente puede cuidar de un estoma y es necesario abordar las implicaciones psicológicas de esto, especialmente porque los pacientes pueden ser bastante jóvenes.