La temperatura corporal es un signo vital y es importante medirla con precisión. Este artículo revisa y compara los distintos métodos disponibles para las enfermeras
Resumen
La temperatura corporal es uno de los cuatro principales signos vitales que deben ser monitorizados para garantizar una atención segura y eficaz. La medición de la temperatura está recomendada por el National Institute of Clinical Excellence como parte de la evaluación inicial en enfermedades agudas en adultos (NICE, 2007) y por las directrices de la Scottish Intercollegiate Guidelines Network para el manejo postoperatorio en adultos (SIGN, 2004). A pesar de aplicarse en todos los entornos sanitarios, existen grandes variaciones en los métodos y las técnicas utilizadas para medir la temperatura corporal. Es esencial utilizar la técnica más adecuada para garantizar que la temperatura se mide con precisión. Los resultados imprecisos pueden influir en el diagnóstico y el tratamiento, hacer que no se identifique el deterioro del paciente y comprometer su seguridad. Este artículo explica la importancia de la regulación de la temperatura y compara los métodos para su medición.
Citación: McCallum L, Higgins D (2012) Medición de la temperatura corporal. Nursing Times ; 108: 45, 20-22.
Autores: Louise McCallum es profesora de la Universidad del Oeste de Escocia, Ayr; Dan Higgins es educador independiente, reanimación y cuidados críticos, y enfermero encargado senior, cuidados críticos, en el University Hospitals Birmingham Foundation Trust.
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Introducción
La temperatura corporal representa el equilibrio entre la producción y la pérdida de calor (Marieb y Hoehn, 2010). Si la tasa de calor generado es igual a la tasa de calor perdido, la temperatura corporal central será estable (Tortora y Derrickson, 2011).
Todas las células corporales metabolizadoras fabrican calor en cantidades variables. Por lo tanto, la temperatura corporal no se distribuye uniformemente por todo el cuerpo (Childs, 2011).
La temperatura corporal central se encuentra en los órganos que suministran sangre, como el cerebro, y en los de las cavidades abdominal y torácica. La temperatura central puede verse afectada por factores intrínsecos y, en menor medida, por factores extrínsecos (ambientales).
La temperatura periférica se registra en tejidos como la piel, donde los factores ambientales y la falta de tejido conectivo aislante influyen en la temperatura.
El Cuadro 1 (ver PDF adjunto) establece algunos factores intrínsecos que influyen en la temperatura.
Un cuerpo sano mantiene su temperatura dentro de un estrecho rango utilizando mecanismos de termorregulación homeostática (Pocock y Richards, 2009). El rango normal para la temperatura central en la literatura varía, aunque 36°C-37,5°C es aceptable en la práctica clínica (Childs, 2011).
Los extremos de la temperatura son más fáciles de interpretar (Cuadro 2 – ver PDF adjunto). Se estima que cada aumento de 1°C en la temperatura corporal va acompañado de un aumento del 10% en la tasa de reacciones químicas controladas por enzimas (Marieb y Hoehn, 2010). A partir de los 43 °C, las células sufren daños irreparables y las enzimas se desnaturalizan, lo que hace que la muerte sea segura (Marieb y Hoehn, 2010). Por el contrario, a medida que la temperatura desciende, los procesos celulares se vuelven más lentos y la tasa metabólica disminuye. Pocock y Richards (2009) sugieren que la conciencia se pierde a 33°C. En general, el cuerpo tolera mejor las temperaturas más bajas que las más altas (Marieb y Hoehn, 2010).
Mantenimiento de la temperatura corporal
El centro termorregulador se encuentra en el hipotálamo, en el cerebro. Está formado por el centro de pérdida de calor, el centro promotor del calor y la región preóptica, que analizan y coordinan las respuestas para mantener la temperatura corporal dentro del rango homeostático (Marieb y Hoehn, 2010).
Las señales llegan al centro termorregulador a través de las vías aferentes de los receptores sensoriales de la piel y los órganos. La respuesta del centro se propaga a lo largo de las vías neuronales eferentes hasta el órgano o vaso sanguíneo objetivo para provocar una respuesta de ganancia o pérdida de calor (Childs, 2011).
Los mecanismos conductuales, como quitarse o añadirse capas de ropa, también desempeñan un papel importante.
La figura 1 (ver PDF adjunto) resume los mecanismos fisiológicos autonómicos que se activan a través del centro termorregulador para mantener la temperatura corporal dentro del rango normal.
Instrucciones para la medición
Existen muchas indicaciones clínicas para medir la temperatura corporal (Dougherty y Lister, 2011; Pocock y Richards, 2009). Entre ellas se incluyen:
- Para obtener una temperatura de referencia que permita realizar comparaciones con futuros registros;
- Para permitir una observación cercana en la resolución de la hipotermia/hipertermia;
- Para observar y monitorizar a los pacientes en busca de cambios que indiquen una infección;
- Para monitorizar el efecto del tratamiento de la terapia antimicrobiana para la infección;
- Antes y durante una transfusión de sangre para monitorizar los signos de una reacción.
- La temperatura corporal es uno de los cuatro principales signos vitales que deben ser monitorizados en un paciente
- Existen amplias variaciones en la práctica en todo el sistema sanitario para medir la temperatura corporal
- La temperatura corporal debe ser medida y registrada regularmente con precisión consistencia y diligencia
- Es vital medir la temperatura con precisión ya que tiene un impacto en el diagnóstico y el tratamiento
- La medición inexacta de la temperatura puede comprometer la seguridad del paciente
Medición de la temperatura corporal
La medición de la temperatura corporal central puede parecer sencilla, pero hay varias cuestiones que afectan a la precisión de la lectura. Entre ellos se encuentran el lugar de medición, la fiabilidad del instrumento y la técnica del usuario (Pusnik y Miklavec, 2009). Los profesionales deben comprender las ventajas y desventajas asociadas al método elegido para poder explicar el procedimiento a los pacientes y obtener un consentimiento válido (Nursing and Midwifery Council, 2008).
Las lecturas de la temperatura central real sólo pueden medirse por medios invasivos, como la colocación de una sonda de temperatura en el esófago, la arteria pulmonar o la vejiga urinaria (Childs, 2011). No es práctico, ni de hecho necesario, utilizar estos sitios y métodos en todos los casos; suelen reservarse para los pacientes que están en estado crítico.
Los sitios no invasivos como el recto, la cavidad oral, la axila, la arteria temporal (frente) y el canal auditivo externo son accesibles y se cree que proporcionan la mejor estimación de la temperatura central (Pusnik y Miklavec, 2009). La temperatura medida entre estos sitios puede variar mucho, por lo que se debe utilizar el mismo sitio de forma consistente y registrarlo en la tabla con la lectura (Davie y Amoore, 2010).
Cavidad oral
La temperatura de la cavidad oral se considera fiable cuando el termómetro se coloca posteriormente en la bolsa sublingual (Hamilton y Price, 2007). Este punto de referencia está cerca de la arteria sublingual, por lo que este sitio rastrea los cambios en la temperatura corporal central (Dougherty y Lister, 2011).
Se pueden utilizar termómetros electrónicos o químicos desechables. Los termómetros químicos deben evitarse si el paciente está hipotérmico (<35°C) porque su rango de funcionamiento es de 35,5°C-40,4°C (Fulbrook, 1997). Los termómetros de baja lectura pueden ser de cierta utilidad. Los termómetros de mercurio en vidrio ya no pueden comprarse debido a las normas del Consejo Europeo (Medicines and Healthcare products Regulatory Agency, 2011).
Se debe tener cuidado de evitar la región anterior inmediatamente posterior a los incisivos inferiores porque la temperatura aquí es sustancialmente más baja (Dougherty y Lister, 2011).
Los factores que afectan a la precisión son la ingesta reciente de alimentos o líquidos, tener una frecuencia respiratoria >18 por minuto y fumar (Dougherty y Lister, 2011). La oxigenoterapia, en particular con tasas de flujo elevadas, puede influir en la temperatura, pero esta afirmación ha sido refutada por Stanhope (2006).
Temperatura timpánica
El termómetro timpánico detecta las emisiones infrarrojas reflejadas de la membrana timpánica a través de una sonda colocada en el canal auditivo externo (Davie y Amoore, 2010). Este método es rápido (<1 minuto), mínimamente invasivo y fácil de realizar. Se ha informado de que estima con precisión las fluctuaciones rápidas de la temperatura central porque la membrana timpánica está cerca del hipotálamo (Stanhope, 2006).
Aunque su exactitud y fiabilidad se han cuestionado en muchos estudios en la última década, con resultados diferentes, la termometría timpánica se sigue utilizando. El error del operador y la técnica deficiente son problemas citados con frecuencia (Farnell et al, 2005), por lo que se recomienda la formación. Se sabe que la cera del oído reduce la precisión de las lecturas, por lo que se recomienda inspeccionar el oído antes de la medición (Farnell et al, 2005).
Las ventajas de este sitio son que la medición no parece estar influenciada por los fluidos orales o la dieta, la temperatura ambiental u otras variables extrañas (Robb y Shahab, 2001). Si los pacientes han estado tumbados con la oreja sobre una almohada, hay que dejar pasar 20 minutos para que la temperatura se normalice (Bridges y Thomas, 2009).
Temperatura axilar
La temperatura se mide en la axila colocando el termómetro en posición central y aduciendo el brazo cerca de la pared torácica.
La literatura sugiere que este es un sitio poco fiable para estimar la temperatura corporal central porque no hay vasos sanguíneos principales alrededor de esta zona (Sund-Levander y Grodzinsky, 2009). Estos autores también sostienen que la temperatura axilar puede verse afectada por la temperatura ambiental y la transpiración.
Fulbrook (1997) aportó pruebas convincentes que indican que los termómetros químicos son clínicamente poco fiables para medir la temperatura axilar. Giantin et al (2008) sugirieron que los termómetros digitales electrónicos pueden utilizarse en este lugar como una alternativa fiable en las personas mayores.
Temperatura rectal
Se dice que la temperatura rectal es el método más preciso para medir la temperatura central (Lefrant et al, 2003). Sin embargo, su obtención requiere más tiempo que otros métodos y podría considerarse desfavorable para algunos pacientes (Dzarr et al, 2009). Los profesionales deben prestar especial atención a las cuestiones de privacidad.
La presencia de heces impide que el termómetro toque la pared del intestino y puede generar lecturas inexactas (Sund-Levander y Grodzinsky, 2009). Sund-Levander y Grodzinsky (2009) sugirieron que este método no registra los cambios inmediatos de la temperatura central debido al bajo flujo de sangre que llega a la zona, por lo que la temperatura central puede estar subestimada o sobreestimada en momentos de flujo rápido.
Temperatura de la arteria temporal
El termómetro de la arteria temporal es rápido de usar. Se sostiene sobre la frente y detecta las emisiones infrarrojas que irradian de la piel (Davie y Amoore, 2010). Sin embargo, su fiabilidad y validez no han sido ampliamente probadas. Un estudio realizado en un solo centro en el que se comparaba con otros métodos descubrió que, a pesar de las ventajas de este método no táctil para el control de infecciones, subestimaba la temperatura corporal en comparación con el control (Duncan et al, 2008).
Conclusión
La temperatura corporal debe medirse y registrarse regularmente con precisión, coherencia y diligencia. Los facultativos deben estar muy atentos a la temperatura de los pacientes porque sirve como indicador útil de los cambios en su estado clínico.
Una revisión ha ilustrado que ninguno de los métodos para medir la temperatura a pie de cama es perfecto (Davie y Amoore, 2010). Una vez que se ha seleccionado un lugar y un método, deben utilizarse de forma coherente para garantizar la precisión y la seguridad del paciente.
Puntos clave
Childs C (2011) Mantenimiento de la temperatura corporal. En: Brooker C, Nicol M (eds) Alexander’s Nursing Practice. Oxford: Elesvier.
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