Objetivo: Las lesiones de la tríada portal son un reto raro y complejo en la cirugía traumatológica. El propósito de esta revisión es caracterizar mejor la incidencia, la letalidad y los esquemas de manejo exitosos utilizados para tratar estas lesiones.
Diseño: Una revisión retrospectiva de la experiencia de ocho centros académicos de traumatología de nivel I durante un total de 62 años.
Resultados: Una revisión retrospectiva de la experiencia de ocho estructuras anatómicas de la hepatis portal: 118 lesiones de las estructuras anatómicas de la hepatis portal: 55 lesiones de la vena porta extrahepática, 28 lesiones arteriales extrahepáticas y 35 lesiones del árbol biliar extrahepático. El 69% de las lesiones fueron por mecanismo penetrante y el 31% por mecanismo romo. Todos los pacientes presentaban lesiones asociadas, con una puntuación media de gravedad de la lesión de 34 en los pacientes con traumatismo cerrado. La mortalidad global fue del 51%, aumentando al 80% en los pacientes con lesiones combinadas. El 66% de las muertes se produjeron en el quirófano, principalmente por desangramiento; el 18% de las muertes se produjeron en las 48 horas siguientes a la lesión por shock refractario, coagulopatía o paro cardíaco; el 16% se produjeron de forma tardía. El 10% de los pacientes sometidos a la ligadura de la vena porta sobrevivieron, en comparación con el 58% que se sometieron a la reparación primaria. La supervivencia tras la ligadura de la arteria hepática fue del 42%, en comparación con el 14% tras la reparación primaria. La supervivencia tras la anastomosis biliar-entérica como tratamiento de una lesión de la vía biliar extrahepática fue del 89%, en comparación con el 50% tras la reparación primaria y el 100% tras la ligadura de lesiones de la vía biliar lobar. Las lesiones de la vía biliar omitidas tuvieron una tasa de complicaciones graves elevada (75%).
Conclusiones: Las lesiones de las estructuras anatómicas de la tríada portal son raras y a menudo letales. La exsanguinación intraoperatoria es la principal causa de muerte, y el control de la hemorragia debe ser la primera prioridad. Las lesiones de los conductos biliares deben identificarse mediante colangiografía intraoperatoria y repararse primariamente o mediante anastomosis entérica; los conductos biliares lobares pueden manejarse mediante ligadura.