Joseph Priestley (1733-1804) fue la primera persona en informar del descubrimiento del oxígeno y en describir algunas de sus extraordinarias propiedades. Como tal, merece un lugar especial en la historia de la fisiología respiratoria. Además, sus descripciones en el elegante inglés del siglo XVIII eran especialmente llamativas, y releerlas nunca deja de ser un placer especial. En realidad, el gas fue preparado por primera vez por Scheele (1742-1786), pero su informe se retrasó. Lavoisier (1743-1794) repitió el experimento inicial de Priestley y continuó describiendo la verdadera naturaleza del oxígeno que había eludido Priestley, quien nunca abandonó la errónea teoría del flogisto. Además del oxígeno, Priestley aisló y caracterizó otros siete gases. Sin embargo, la mayor parte de sus escritos fueron de carácter teológico, ya que fue un clérigo concienzudo durante toda su vida. Priestley era un producto de la Ilustración y sostenía que todas las creencias debían poder soportar el escrutinio científico de las investigaciones experimentales. Por ello, sus opiniones extremadamente liberales fueron muy criticadas por la Iglesia de Inglaterra. Además, fue partidario de las revoluciones francesa y estadounidense. Al final, sus actitudes políticas y religiosas provocaron un motín en el que su casa y su equipo científico fueron destruidos. Por ello, emigró a Estados Unidos en 1794, donde entre sus amigos se encontraban Thomas Jefferson y Benjamin Franklin. Se instaló en Northumberland, Pensilvania, aunque su trabajo científico nunca se recuperó de su partida forzada. Sin embargo, las descripciones de sus experimentos con el oxígeno seguirán siendo un punto álgido en la historia de la fisiología respiratoria.