Historia de la lengua japonesa
Desde el «karate» al «karaoke», desde las «judías adzuki» al «budismo zen», la lengua japonesa lleva décadas exportando tradiciones orientales a la cultura occidental. Algunas van y vienen como modas (sacar un «Tamagotchi»); otras echan raíces («bonsái») y se extienden. Criar peces gigantes («koi») o comer pescado crudo con arroz («sushi»), el japonés es omnipresente hoy en día.
Más de 130 millones de personas hablan japonés, lo que lo convierte en el noveno idioma más hablado del mundo. Fuera de Japón, hay otros 5 millones de personas que hablan japonés con cierto grado de competencia, sobre todo descendientes de japoneses en Hawai y Brasil. Los servicios lingüísticos en japonés han adquirido una gran importancia en el ámbito social y empresarial.
Japón es una de las principales potencias industriales del mundo y destaca por su crecimiento económico desde la Segunda Guerra Mundial, teniendo en cuenta que cuenta con pocos recursos naturales. Japón es conocido por la fuerte ética de trabajo de su gente y el alto nivel de cooperación entre la industria y el gobierno.
A diferencia de la mayoría de los idiomas occidentales, el japonés tiene un amplio sistema gramatical para expresar cortesía y formalidad. A grandes rasgos, existen tres niveles principales de cortesía en el japonés hablado: la forma llana («kudaketa»), la forma de cortesía simple («teinei») y la forma de cortesía avanzada («keigo»).
Dado que la mayoría de las relaciones no son iguales en la sociedad japonesa, una persona suele tener una posición superior. Esta posición viene determinada por diversos factores, como el trabajo, la edad, la experiencia o incluso el estado psicológico.
Se espera que la persona que ocupa la posición inferior utilice una forma de hablar cortés, mientras que la otra podría utilizar una forma más sencilla. Los desconocidos también se dirigen a los demás de forma educada. Los niños japoneses rara vez utilizan el lenguaje cortés hasta la adolescencia, momento en el que se espera que empiecen a hablar de una manera más adulta.
Raíces del idioma japonés
El origen del japonés es objeto de considerable controversia entre los lingüistas. Se han ofrecido pruebas de varias fuentes: El uralo-altaico, el polinesio y el chino, entre otros. De todas ellas, se cree que el japonés está relacionado con la familia uralo-altaica, que incluye el turco, el mongol, el manchú y el coreano dentro de su dominio.
El coreano se compara con frecuencia con el japonés, ya que ambas lenguas comparten rasgos clave significativos como la estructura general, la armonía vocálica, la ausencia de conjunciones y el amplio uso del discurso honorífico, en el que el rango social del oyente afecta en gran medida al diálogo. Sin embargo, la pronunciación del japonés es significativamente diferente a la del coreano, y los idiomas son mutuamente ininteligibles.
El japonés tiene un sistema de escritura extremadamente complicado, que consiste en dos conjuntos de silabarios fonéticos (con aproximadamente 50 sílabas en cada uno) y miles de caracteres chinos llamados «kanji», aproximadamente 2.000 de los cuales el Ministerio de Educación ha designado como aprendizaje obligatorio antes de la graduación de la escuela secundaria.
La adaptación de los caracteres chinos durante los siglos VI a IX d.C. fue el acontecimiento más importante en el desarrollo de la lengua. En el siglo XII, los sistemas de escritura silábica, «hiragana» y «katakana», se crearon a partir de los «kanji», proporcionando a los japoneses una nueva libertad para escribir su lengua materna. Hoy en día, el japonés se escribe con una mezcla de los tres: «kanji», «hiragana» y «katakana».
Desde mediados del siglo XVIII, los japoneses han adoptado una gran cantidad de «gairaigo»: palabras extranjeras procedentes principalmente del inglés. Entre ellas se encuentran «teburu» (mesa), «biru» (cerveza), «gurasu» (vaso), «aisu» (hielo), «takushi» (taxi) y «hoteru» (hotel).
También hay algunas palabras procedentes del portugués, el holandés y el español, como «pan» e «igirisu» (Reino Unido), del portugués «po» e «ingles». Estas palabras llegaron a Japón principalmente durante los siglos XVI y XVII, cuando misioneros y comerciantes empezaron a visitar el país.
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