El virus del herpes labial, o herpes simple tipo 1, es uno de los patógenos más comunes en nuestra sociedad. Aunque existen hasta ocho variedades de virus herpes, los más frecuentes y menos lesivos son los herpes simple tipo 1 o herpes labial y el herpes simple tipo 2 o herpes genital. Éste último también puede manifestarse en la zona de la boca, provocando unas lesiones similares a las que causa el tipo 1.
El herpes labial se transmite principalmente por la saliva, mediante los besos, o bien por compartir utensilios de higiene personal como cepillos de dientes o cuchillas, además de otros utensilios como cubiertos. Su característica principal, como sucede con otros tantos virus, es que una vez logra infectar al organismo, jamás se cura: puede desaparecer y mantenerse «latente», pero se reactivará con el paso del tiempo, por diversos motivos, desde estrés hasta fiebre, e incluso por comer alimentos irritantes.
Aunque en recién nacidos y niños la primera infección por herpes labial puede dar otros síntomas, como un síndrome febril, una faringitis o incluso graves síndromes oculares o cerebrales en recién nacidos, en adultos las reinfecciones o reactivaciones (dado que el virus no desaparece), tan solo suelen dar como síntoma principal la aparición de las conocidas vesículas agrupadas a nivel labial o alrededores.
La complicación más común
Cabe destacar que, según datos de la Guía de FarmaCiencia 2019, el tratamiento dependerá de la forma en la que aparezca el herpes y en la gravedad del mismo, siendo la complicación más común una sobreinfección de las lesiones por parte de otros microorganismos, precisando así tratamientos asociados.
En una infección por herpes simple, cuando se manifiesta en los genitales o se trata de grandes lesiones, es aconsejable iniciar fármacos antivirales por vía oral lo antes posible, pero todos ellos requieren de prescripción médica, previa valoración por un especialista. Jamás deberán tomarse estos fármacos sin una valoración previa, ni tampoco deberían dispensarse fácilmente sin una receta.
Por otro lado, cuando se trata de un herpes labial común y localizado, como es el caso del herpes simple tipo 1, es preferible usar cremas antivirales basadas en aciclovir, penciclovir o docosanol. Los tres formatos se comercializan de forma libre según la nueva guía, en diferentes formatos. La más típica y conocida es el aciclovir 50 mg/g en solitario, o bien aciclovir/hidrocortisona 50 mg/g + 10 mg/g. En ambos casos la aplicación recomendada es cada 4 horas durante 5-6 días. Se sabe que ambos casos logran reducir la intensidad de los síntomas y la duración del cuadro clínico, sin embargo, no existe evidencia de que sumar corticoides (hidrocortisona) sea más efectivo que el aciclovir solo.
Aunque existen datos contradictorios al respecto, los estudios con mayor nivel de evidencia sugieren que la crema de aciclovir sola sería suficiente e igual de eficaz, sin necesitar sumar otros fármacos. Y, por otro lado, cabe destacar que no existe evidencia de que el uso de aciclovir de forma preventiva evite la aparición de herpes labial en casos de exposición solar.
Por otro lado, y aunque el aciclovir es el antiviral más usado, los estudios al respecto sugieren que penciclovir 10 mg/g parece ser más eficaz reduciendo el número de lesiones y el área afectada. Sin embargo, en penciclovir debe aplicarse cada 2 horas (en lugar de cada 4 horas), y solo durante 4 días.
Finalmente, la crema basada en docosanol 100 mg/g solo está indicada en las primeras fases de una recurrencia de herpes labial: es inútil cuando ya han aparecido las vesículas típicas del herpes. En este caso, se aconseja usarlo cada 3 horas durante 4-6 días. Aún así, en comparación, el docosanol es el menos eficaz de las tres cremas comentadas, pudiendo reducir el tiempo del cuadro clínico, pero no los síntomas ni las lesiones como en los otros dos casos.
Para terminar, el tratamiento del herpes labial también puede requerir el uso de otras sustancias que no se basan en antivirales, sino que tienen el objetivo de aislar las lesiones y mejorar la cicatrización, además de evitar los posibles contagios.
Entre ellos destacan los parches de hidrocoloide (existen diferentes marcas), o los serums labiales. En ambos casos el objetivo es delimitar las lesiones, reducir su contagiosidad, calmar los síntomas y mejorar la cicatrización, además de disimular las lesiones.
Así mismo, también existen productos basados en sales de zinc, pero no han demostrado evidencia respecto al tratamiento del herpes labial. Por su parte, no están aconsejados los bálsamos labiales calmantes, reparadores o fotoprotectores, dado que pueden ayudar a propagar la infección y retrasar su resolución.
Así pues, como conclusión, la nueva Guía de FarmaCiencia 2019 sugiere que los fármacos antiviralales en forma de cápsulas o comprimidos (vía oral) solo deberían usarse en casos de lesiones graves. Por su parte, en cuanto a cremas se refiere, solo aciclovir y penciclovir han demostrado ser efectivos, pero su utilidad es limitada; no «curan» la infección, sino que calman los síntomas y aceleran la resolución, pero no evitarán que el virus vuelva a reactivarse. No existe método alguno que evite la reactivación de los virus herpes hoy en día.