Abstract
La elaboración de perfiles criminales o de delincuentes de una u otra forma ha existido durante muchos siglos. En la historia más reciente, se han construido perfiles para criminales tan notorios como Jack el Destripador, el Estrangulador de Boston, el Unabomber, el Francotirador del Cinturón, el Violador del Ferrocarril, el Bombardero Loco y el Asesino del Río Verde, todos ellos con diferentes grados de validez. Aunque muchos estudiosos prefieren un enfoque tripartito para la clasificación de los perfiles de delincuentes (enfoque de la investigación criminal, enfoque del profesional clínico y enfoque estadístico científico), nosotros dividimos los perfiles de delincuentes en cinco escuelas principales. La Escuela de Evaluación Diagnóstica se basa en la visión de la naturaleza humana derivada por psicólogos y criminólogos como resultado de sus interacciones con poblaciones criminales y no criminales. La Escuela de Análisis de Investigación Criminal, tal y como la introdujo la Oficina Federal de Investigación de los Estados Unidos, se basa en gran medida en la aplicación de patrones de comportamiento previos de sujetos conocidos a los casos actuales, y a menudo distingue entre tipos de delincuentes organizados y desorganizados.
La Escuela de Psicología Investigativa aplica un sofisticado análisis estadístico al comportamiento delictivo basado en ciertos temas de la narrativa criminal, tal y como se evidencia en el comportamiento durante el delito. (El Perfil de Acción Criminal es una variante importante de esta escuela). La Escuela de Análisis de la Evidencia del Comportamiento se basa en una reconstrucción exhaustiva de la escena del crimen para crear el perfil de un criminal. A menudo pueden deducirse pruebas de las habilidades del delincuente y de su conocimiento de la víctima y de la escena del crimen. Por último, la Escuela de Perfiles Geográficos investiga las localizaciones de una serie de delitos relacionados entre sí para extraer conclusiones sobre el domicilio del delincuente o la ubicación de su principal nodo de actividad. La elaboración de perfiles ha evolucionado desde su anterior concentración en los asesinatos sexuales en serie hasta incluir consideraciones sobre otros delitos sexuales, incendios provocados, delitos adquisitivos, delincuencia organizada y, más recientemente, terrorismo y ciberdelincuencia. Además, el concepto de perfil del delincuente se amplía continuamente para incluir una serie de contribuciones al proceso de las investigaciones penales policiales. Cada vez se ofrecen más consejos de investigación conductual para acotar el abanico de sospechosos criminales, para mejorar las entrevistas de investigación, para vincular las escenas del crimen con un mismo sospechoso basándose en el análisis de firmas y para realizar análisis de muertes equívocas.
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1. Introducción
Pocos conceptos en criminología han generado tanta atención, controversia y confusión en las últimas tres décadas como la noción de perfil criminal. Desde el fenomenal éxito mundial de la película «El silencio de los corderos» y de varias series de televisión de ese género, estudiantes universitarios, científicos del comportamiento, investigadores criminales, jueces y el público en general se han interesado por el proceso mediante el cual se pueden inferir las características personales, conductuales e incluso físicas de un asesino en serie a partir de sus acciones durante la comisión de un asesinato perverso y sádico (Dowden et al., 2007). A medida que el concepto de crimen en serie se ha ido ampliando (Petherick, 2009; Schlesinger, 2000), criminólogos, psicólogos e investigadores de la escena del crimen han considerado la aplicación de las técnicas de elaboración de perfiles a otros tipos de delitos, como la violación, el abuso de menores, los incendios provocados, la ciberdelincuencia, el terrorismo y una serie de delitos contra la propiedad. El término «elaboración de perfiles» también ha provocado reacciones negativas. Algunos observadores han cuestionado la eficacia de la elaboración de perfiles, mientras que otros han argumentado que su práctica equivale a la discriminación racial y étnica. Gran parte de esta controversia se debe a las múltiples y conflictivas aplicaciones de la práctica, así como a la falta de definiciones claras de los conceptos implicados.
2. Definición de la elaboración de perfiles
La palabra «perfil» deriva del término latino filum, que significa hilo o forma. Profilare, entonces, significaba hacer surgir un hilo o contorno. Un uso común en inglés de perfil es una vista lateral de una cara o un contorno de un objeto. Perfilar a un individuo ha llegado a significar resumir a una persona (por ejemplo, Kennedy, 1956). Un perfil criminal, por tanto, es simplemente una descripción resumida de los rasgos y características más destacados de un delincuente. Así, las tipologías delictivas pueden interpretarse como perfiles de categorías prototípicas en las que se puede situar a los delincuentes en función de los delitos que han cometido o de los motivos que generalmente los impulsan (Dabney, 2004; Gibbons, 1987; Miethe y McCorkle, 2001) Los estudios sobre el modus operandi también pueden convertirse en perfiles de trabajo (Holmes y Holmes, 2009). Estos usos son principalmente de naturaleza descriptiva y no inferencial. Es decir, resumen hechos conocidos o tendencias basadas en estadísticas.
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