El artista madura
Borglum pasó dos años en París estudiando arte en la Academia Julien y en la Escuela de Bellas Artes. Expuso con éxito en los principales salones parisinos y entabló valiosas amistades, incluida una estrecha relación con el gran escultor francés Auguste Rodin, que esculpió El pensador. Tras dejar Francia, Borglum pasó un año en España y luego regresó a California. Tres años más tarde, en 1896, volvió a marcharse a Europa, esta vez a Inglaterra. Aquí alcanzó cierto éxito. Algunas de sus obras se expusieron en el castillo de Windsor para la reina Victoria. Regresó a Estados Unidos en 1901.
De vuelta en este país, Borglum llevó una vida marcada por el éxito artístico, el servicio público y la polémica ocasional. Durante este periodo creó muchas de sus mejores obras. Su obra Yeguas de Diomedes fue aceptada por el Museo Metropolitano de Arte de Nueva York. Realizó un gran bronce ecuestre del general Phil Sheridan que Theodore Roosevelt inauguró en Washington. También creó un monumento a la Carga de Pickett en el campo de batalla de Gettysburg. Para Newark, Nueva Jersey, creó el monumento a las Guerras de América y el Lincoln sentado.
En ocasiones, el arte de Borglum dio lugar a controversias. Le encargaron algunas estatuas para la Catedral de San Juan el Divino de Nueva York. Un día, un clérigo que estaba de visita en el estudio comentó que uno de los ángeles necesitaba un rostro más fuerte y masculino. Esto dio lugar a un debate sobre el género de los ángeles que la prensa siguió con fruición. Borglum acabó accediendo a la petición, haciendo que los dos ángeles del exterior de la iglesia fueran más varoniles, aunque los del interior siguieran siendo más femeninos. Guardó el modelo de una de las caras ofensivas para sí mismo y más tarde lo fundió en plata. Años más tarde, la historia se repitió como prueba del temperamento de Borglum: en esta versión, destrozó todos sus ángeles y volvió a empezar. Esta historia fue aclarada por un funcionario de la catedral, que afirmó que «los ángeles aún permanecen serenos en sus lugares donde Gutzon Borglum los colocó por primera vez».