TraumaEdit
La zona ósea que conforma la cuenca del ojo humano proporciona una protección excepcional a la esclerótica. Sin embargo, si la esclerótica se rompe por una fuerza contundente o es penetrada por un objeto afilado, la recuperación de la visión anterior completa suele ser rara. Si la presión se aplica lentamente, el ojo es realmente muy elástico. Sin embargo, la mayoría de las rupturas implican objetos que se mueven a cierta velocidad. El colchón de grasa orbital protege la esclerótica de las fuerzas contundentes de la cabeza, pero el daño causado por las fuerzas oblicuas que golpean el ojo desde un lado no se evita con este colchón. Es habitual que se produzcan hemorragias y un descenso drástico de la presión intraocular, junto con una reducción de la percepción visual a sólo movimientos amplios de la mano y a la presencia o ausencia de luz. Sin embargo, una lesión de baja velocidad que no perfore ni penetre en la esclerótica sólo requiere un tratamiento superficial y la retirada del objeto. Los objetos suficientemente pequeños que se incrustan y que posteriormente se dejan sin tratar pueden acabar rodeados por un quiste benigno, sin causar ningún otro daño o molestia.
Traumatismo térmicoEditar
La esclerótica rara vez resulta dañada por una breve exposición al calor: los párpados proporcionan una protección excepcional, y el hecho de que la esclerótica esté cubierta por capas de tejido húmedo significa que estos tejidos pueden hacer que gran parte del calor ofensivo se disipe en forma de vapor antes de que la propia esclerótica resulte dañada. Se ha demostrado que incluso los metales fundidos a una temperatura relativamente baja, al ser salpicados contra un ojo abierto, causan muy poco daño a la esclerótica, incluso creando moldes detallados de las pestañas circundantes. Sin embargo, una exposición prolongada -del orden de 30 segundos- a temperaturas superiores a 45 °C (113 °F) comenzará a causar cicatrices, y por encima de 55 °C (131 °F) provocará cambios extremos en la esclerótica y el tejido circundante. Estas exposiciones prolongadas, incluso en entornos industriales, son prácticamente inexistentes.
Lesión químicaEditar
La esclerótica es muy resistente a las lesiones provocadas por una breve exposición a sustancias químicas tóxicas. La producción reflexiva de lágrimas al inicio de la exposición química tiende a lavar rápidamente dichos irritantes, evitando daños mayores. Los ácidos con un pH inferior a 2,5 son la fuente de mayor riesgo de quemadura ácida, siendo el ácido sulfúrico, del tipo presente en las baterías de los coches y por tanto comúnmente disponible, uno de los más peligrosos en este sentido. Sin embargo, las quemaduras por ácido, incluso las más graves, rara vez provocan la pérdida del ojo.
Las quemaduras por álcalis, en cambio, como las que se producen por la exposición a hidróxido de amonio o cloruro de amonio u otros productos químicos con un pH superior a 11,5, provocarán la saponificación del tejido celular de la esclerótica y deben considerarse emergencias médicas que requieren tratamiento inmediato.