En América, hoy en día, la melodía del trío de Pompa y Circunstancia nº 1 es tan familiar como en Gran Bretaña, pero la letra es prácticamente desconocida. La melodía se ha convertido prácticamente en sinónimo de los ejercicios de graduación escolar en Norteamérica. ¿Cómo se llegó a esto?
La relación transatlántica con la Marcha comenzó el 28 de noviembre de 1902, cuando el gran campeón americano de Elgar, Theodore Thomas, dirigió la Orquesta de Chicago en su estreno en Estados Unidos en el Auditorium Hall de Chicago. Le siguieron varias interpretaciones más, pero no fue hasta 1905 cuando la obra se escuchó por primera vez en una graduación estadounidense.
Con el establecimiento de las Variaciones Enigma y El sueño de Geroncio como obras de genio, Elgar comenzó a recibir muchas peticiones de Estados Unidos para visitar y quizás dirigir algunas de sus obras. Elgar se resistió a estas peticiones al principio, pero en agosto de 1904, su gran amigo americano, Samuel Sanford, profesor de música aplicada en la Universidad de Yale, le dijo al compositor de 47 años que recibiría una maravillosa acogida si visitaba Estados Unidos. Esto hizo que Elgar cambiara de opinión y a principios de 1905 recibió una invitación oficial de Sanford para quedarse con él en su casa de New Haven, que aceptó el 17 de febrero. Luego, el 15 de mayo, a instancias de Sanford, la Universidad de Yale invitó a Elgar a recibir un Doctorado Honoris Causa en Música el 28 de junio.
Los Elgar partieron finalmente de Inglaterra en el transatlántico Deutschland el 9 de junio, llegando a Nueva York seis días después. Aquí fueron recibidos por Sanford, quien los llevó a su hermosa casa en Hillhouse Avenue, muy cerca del campus principal de la universidad. Sanford fue un magnífico anfitrión y, a pesar del clima caluroso y a menudo opresivo de un verano en Nueva Inglaterra, la pareja pudo visitar varias de las ciudades y pueblos locales más interesantes. El día anterior a la ceremonia de graduación, Elgar sufrió un terrible dolor de cabeza, pero a la mañana siguiente ya se había recuperado lo suficiente como para partir con Sanford hacia el Woolsey Hall, donde tendría lugar la ceremonia.
La ceremonia de graduación propiamente dicha comenzó con la procesión académica que entró en el vestíbulo con el acompañamiento de la obertura Ruy Blas de Mendelsohn. Siguió una oración pronunciada por el reverendo Dr. Twichell de Hartford y el canto del Salmo LXV. A continuación, el presidente de Yale, Arthur Twining Hadley, se dirigió a la asamblea. Tras sus palabras, los candidatos que superaron el examen, 669, recibieron sus títulos.
Después de esto, la meditación y el coro de apertura, ‘Seek Him that maketh the seven stars’, de la obra Light of Life de Elgar, fueron interpretados por la Orquesta Sinfónica de New Haven, reforzada por varios músicos de Nueva York, mientras que los miembros del coro del College, el Glee Club y algunos miembros musicales de la facultad, unos cincuenta, formaron el coro. El papel del Ciego fue cantado «muy eficazmente» por el tenor, Dr. Charles H. Zimmermann. El profesor Harry B. Jepson tocó el recién instalado órgano de Newberry y el profesor Horatio Parker dirigió la obra. Parker, a quien Elgar había conocido previamente en Inglaterra, había enseñado al joven Charles Ives cuando éste era estudiante en Yale.
Aunque había otros trece candidatos a títulos honoríficos, Elgar fue el único al que se le concedió el Doctorado en Música. Ataviado con la magnífica toga azul de Yale, fue presentado por el profesor Williston Walker, quien dijo: «Pedimos a Yale que haga su parte para expresar la admiración de América por su talento y sus servicios otorgando a Sir Edward Elgar el título de Doctor en Música, que ya es suyo por donación de las universidades inglesas, y que se haga así el honor de inscribirlo entre sus graduados».
Tras sus palabras, los profesores Sanford y Schwab pusieron la capucha a los candidatos. El Yale Alumni Weekly informó posteriormente que: ‘la ocasión fue notable no sólo por los numerosos estadounidenses distinguidos que recibieron títulos honoríficos de Yale durante la mañana, sino por la presencia de Sir Edward Elgar, el músico más importante de Inglaterra… Su nombre fue recibido con inusitada demostración.’
La ceremonia concluyó con Eine Feste Burg de Martín Lutero y la Bendición antes de que los invitados abandonaran la sala con la Marcha Pompa y Circunstancia nº 1 de Elgar interpretada por la orquesta. La impresión que la obra causó en el público reunido llevó a su adopción gradual por parte de otras prestigiosas universidades estadounidenses: Princeton en 1907, Chicago en 1908, Columbia en 1913, Vassar en 1916 y Rutgers en 1918. A mediados de la década de 1920 ya era interpretada por muchas otras, y hoy en día se escucha en las ceremonias de graduación de todo el país, tanto en universidades como en institutos.
La razón de la popularidad de la marcha tiene que ver con la capacidad de Elgar para inventar melodías que transmiten un complejo de emociones. La melodía consigue sonar triunfante, pero con una cualidad subyacente de nostalgia, lo que la hace perfectamente adecuada para una graduación que marca el comienzo de una etapa de la vida, pero el final de otra.