El rugido del león

Lama Palden Drolma enseña cómo visualizar a la deidad Tara Verde, que encarna la propia budadanía. Ilustraciones de Tomi Um.

Tara, la salvadora, es la más querida por los tibetanos de todos los seres femeninos despiertos. Tara es conocida como «la que transporta a los seres a través del océano del samsara». Está plenamente iluminada y es inseparable de la auténtica realidad, o verdadera naturaleza, el dharmakaya. Se apresura a socorrer a los seres cuando la invocamos con sincera devoción.

Paciente e iracunda, bella y poderosa, Tara es la actualidad de la sabiduría y la compasión. Es sensual y sexual, vacía pero plenamente manifiesta, y tan real como nosotros. Ella trasciende las limitaciones dualistas y nos lleva más allá de la dualidad a la dicha y el vacío infinitos que son nuestra verdadera naturaleza.

Tara es la Madre de todos los Budas, la esencia de la compasión en acción. Su pie derecho está ligeramente extendido, porque está lista para saltar en ayuda de los seres. Su mano derecha está abierta sobre su rodilla derecha, en un gesto de generosidad. Su mano izquierda sostiene el tallo de una flor de loto, que florece junto a su oreja izquierda.

Meditar en Tara nos ayuda a despertar nuestra budadanía. A través de la práctica continuada de la meditación en ella, podemos establecer una relación en la que somos capaces de confiar y depender de ella. Es como conocer a una nueva amiga: tenemos que invitarla a nuestra casa muchas veces hasta que lleguemos a conocerla. Cuanto más seamos capaces de abrirnos a ella, más podrá beneficiarnos.

Como todas las prácticas Vajrayana, la visualización de Tara puede ser muy elaborada. He aquí una versión básica que puedes hacer y que contiene todos los pasos esenciales de la práctica de la deidad:

Deja que la mente se asiente, descansando en la conciencia abierta natural. A continuación, toma refugio en los despiertos y genera la motivación suprema de despertarte a ti mismo en beneficio de todos los seres sintientes. Recita «Hasta el despertar me refugio en Buda, el dharma y la noble sangha / Por el mérito de mis actos de generosidad y otras cualidades del despertar / Que pueda alcanzar el pleno despertar en beneficio de todos los seres.»

Piensa que todo se disuelve en el vacío/la apertura. Entonces visualiza que en el cielo frente a ti, desde su sílaba semilla TAM, aparece instantáneamente Tara Verde, sentada en un asiento de loto y luna completamente abierto. Ella es de color azul-verde, el color de un lago de montaña. Está ataviada con sedas y joyas, que simbolizan las seis perfecciones trascendentes y el pleno despertar.

Irradia luz desde el centro de tu corazón. Imagina que purifica el mundo fenomenal, realiza ofrendas a los iluminados e invita a la conciencia de sabiduría real de Tara a estar presente contigo. Visualiza que esto sucede mediante numerosas formas pequeñas de Tara que llueven en la forma que has visualizado. Piensa que la Tara que has imaginado se vuelve inseparable de su conciencia de sabiduría real.

Mientras repites su mantra, Om Tare Tu Tare Ture So Ha, visualiza que de su mano derecha extendida sale un río de elixir de sabiduría, de color verde turquesa. Esto elimina todo el miedo, da protección, elimina los obstáculos y los oscurecimientos, y te transmite la conciencia iluminada. Haz oraciones a Tara y recibe su bendición.

Entonces Tara se disuelve en la luz y esa luz se disuelve en ti. Piensa que tu mente es inseparable de la mente iluminada de Tara. Véase a sí mismo en la forma de Tara, apareciendo como un cuerpo hecho de luz, vacío y forma inseparables. En el área de tu corazón hay un TAM azul-verde. Desde él, la luz irradia alegría, compasión, bondad amorosa, fuerza y ecuanimidad a todos los seres. Sigue repitiendo su mantra.

Cuando hayas terminado de repetir el mantra, disuelve gradualmente la visualización hasta que sólo quede una gota de luz turquesa en la zona de tu corazón, la esencia de tu budadanía. Entonces ésta se disuelve en el espacio, como un arco iris que desaparece en el cielo.

Reposa tu mente de forma natural durante unos minutos o más. Dedica el mérito de la práctica a todos los seres: «Que a través de esta bondad surja espontáneamente el despertar en nuestras corrientes del ser / Que caigan todos los oscurecimientos y distorsiones / Que todos los seres se liberen del sufrimiento, y de las olas tormentosas del nacimiento, la enfermedad, la vejez y la muerte.»