El racismo sistémico no abordado es, en mi opinión, el problema más importante de Estados Unidos hoy. Y lo ha sido desde antes de la fundación de nuestra nación.
La esclavitud fue el «pecado original» de América. No fue resuelto por los artífices de la Constitución de los Estados Unidos, ni tampoco por el horrendo conflicto que supuso la Guerra Civil estadounidense. Simplemente cambió su odiosa forma y continuó la esclavitud generacional de todo un estrato de la sociedad estadounidense. A su vez, el Movimiento por los Derechos Civiles asestó un poderoso golpe al racismo en Estados Unidos, y nuestras almas se elevaron cuando el Dr. King nos dijo que tenía un sueño. Pero estábamos y seguimos estando lejos de la «tierra prometida». E incluso cuando Estados Unidos se levantó para elegir a su primer presidente negro, Barack Obama, puede que hayamos perdido terreno como nación colectiva en el camino.
John R. Allen
Presidente, The Brookings Institution
La realidad de esta historia se ha puesto de manifiesto en las últimas semanas. Desde los terribles asesinatos de George Floyd y Ahmaud Arbery, hasta los innumerables e incalculables actos de racismo que tienen lugar todos los días en Estados Unidos, estos son los temas que definen el momento, al igual que nuestra respuesta definirá quiénes somos y seremos en el siglo XXI y más allá. Realmente, la naturaleza misma de nuestra «alma nacional» está en juego, y todos tenemos la profunda responsabilidad de ser parte de la solución.
Para nosotros en Brookings, la raza, el racismo, la igualdad y la equidad son ahora asuntos de prioridad presidencial. Abordar el racismo sistémico es un componente clave de esos esfuerzos, y la investigación también se centra en las comunidades latina y nativa americana; las comunidades religiosas, incluidas nuestras comunidades judía y musulmana; y la amenaza de la supremacía blanca y el terrorismo doméstico también juegan un papel importante. También se trabajará en la importante necesidad de una reforma policial integral, que incluya una reforma basada en la participación y el empoderamiento de la comunidad local. No resolveremos el racismo sistémico y la desigualdad de la noche a la mañana, y tenemos mucho trabajo por delante. Pero en un mundo en el que a menudo pasamos más tiempo debatiendo la naturaleza de nuestros problemas que tomando medidas significativas, debemos encontrar formas de contribuir como podamos y avanzar como comunidad.
Creo firmemente que nosotros, como estadounidenses, no podemos permanecer en silencio ante la injusticia. La inacción es simplemente inaceptable, y tenemos que levantarnos y hablar. Y si nuestros representantes electos y nuestros líderes elegidos niegan el problema, y se niegan a actuar, entonces debemos asumir la responsabilidad de la reforma desde la base, con especial atención en las urnas.
Y especialmente para aquellos estadounidenses que pueden parecerse a mí -un hombre blanco estadounidense- o que provienen de un entorno similar, la acción comienza con la reflexión, y lo más importante, con la escucha. También se trata de elevar y apoyar las voces de aquellos tradicionalmente subrepresentados, o incluso silenciados, en toda la sociedad. How We Rise es una parte absolutamente crítica de esa solución.