En la actualidad, Estados Unidos depende de aproximadamente 1,1 millones de bomberos para proteger a sus ciudadanos y propiedades de las pérdidas causadas por el fuego. De estos bomberos, aproximadamente 336.000 son de carrera y 812.000 son voluntarios. La Asociación Nacional de Protección contra Incendios (NFPA) y la Administración de Incendios de EE.UU. estiman que, de media, entre 90 y 100 bomberos mueren en acto de servicio cada año.
En 1998, el Congreso reconoció la necesidad de realizar más esfuerzos para abordar el continuo problema nacional de las muertes de bomberos relacionadas con el trabajo y financió al Instituto Nacional de Seguridad y Salud Ocupacional (NIOSH) para que pusiera en marcha una iniciativa de seguridad para los bomberos. Con la aportación de las partes interesadas del servicio de bomberos, se desarrolló el Programa de Investigación y Prevención de Muertes de Bomberos (FFFIPP) en la División de Investigación de Seguridad.
El FFFIPP lleva a cabo investigaciones independientes de determinadas muertes de bomberos en la línea de trabajo, con el fin de proporcionar recomendaciones para prevenir futuras muertes y lesiones. Se trata de un programa de investigación de prácticas de salud pública y las investigaciones no se llevan a cabo para imponer el cumplimiento de las normas estatales o federales de seguridad y salud en el trabajo. No se culpa a los departamentos de bomberos ni a los bomberos individuales.
En 2001 se creó el Laboratorio Nacional de Tecnología de Protección Personal (NPPTL). El NPPTL se hizo responsable de probar y aprobar los respiradores, así como de realizar investigaciones sobre los equipos de protección personal, desarrollar normas y crear documentos de orientación. Los sucesos del 11 de septiembre hicieron necesario el desarrollo de normas para que los respiradores protegieran a los usuarios de los agentes químicos, biológicos, radiológicos y nucleares.
El personal del NPPTL con experiencia en equipos de protección personal ayuda al programa FFFIPP en las investigaciones evaluando los aparatos de respiración autónomos (SCBA) que llevan los bomberos durante los incidentes que provocan una muerte en acto de servicio, una lesión grave u otro evento adverso.
Las evaluaciones se llevan a cabo en un laboratorio equipado para realizar varias pruebas de ERA para determinar si la unidad llevada durante el incidente cumplía con la normativa aplicable.