El sueño crepuscular fue un precursor de la anestesia moderna. Y aunque lo retro suele molar, este definitivamente no es uno de esos casos.
Durante gran parte de principios y mediados del siglo XX, las futuras madres, a punto de dar a luz, eran las pacientes que más a menudo se sometían al «sueño crepuscular», o Dammerschlaf, como lo llamó el médico alemán Carl J. Gauss, al que se le atribuye su invención en 1903.
El proceso, en el que los médicos utilizaban una combinación de fármacos para mantener a los pacientes en un estado intermedio entre el sueño y la vigilia -una zona crepuscular, por así decirlo- se utilizaba regularmente durante los partos.
¿Cuáles eran los fármacos utilizados?
Gauss combinaba dos fármacos, morfina y escopolamina. La morfina, probablemente la conozcas. La escopolamina, quizás menos.
El poderoso compuesto se deriva de las plantas de belladona sudamericanas (o del árbol Borrachero, según otras fuentes). Bajo la influencia de la escopolamina, el paciente está semiinconsciente, abierto a la sugestión y -según la tradición- muy cándido cuando se le hace una pregunta. La sustancia era uno de los «sueros de la verdad» originales.
La mezcla de fármacos proporcionaba la morfina analgésica suficiente para desinhibir a las madres que estaban de parto, además de la escopolamina suficiente para inducir un estado en el que estuvieran lo suficientemente alerta como para seguir las órdenes de un médico. Lo más importante es que no estaban lo suficientemente lúcidas como para recordar nada de la experiencia. Este lapso de memoria fue el motivo por el que Gauss y otros médicos que defendieron el método lo hicieron pasar por un «parto sin dolor».
Como nota al margen, la escopolamina ha seguido haciendo historia de forma colorida. Recientemente se ha escrito sobre ella como «la droga más peligrosa del mundo», llamada «aliento del diablo». Debido a que la droga convierte a las víctimas en un estado «zombi», coherente pero sin libre albedrío (y sin memoria de los acontecimientos), se ha convertido en la droga elegida para ayudar e instigar miles de crímenes en Sudamérica.
Volviendo a esas madres…
Sí, las madres. Como se puede adivinar, no recordar el dolor no significa que uno no lo haya experimentado. De hecho, había indicios de que las mujeres que daban a luz de esta manera sufrían una agonía absoluta.
Las madres se retorcían, se agitaban y a menudo alucinaban mientras estaban bajo los efectos de la droga. Si eres fan de la serie Mad Men, quizá recuerdes a Betty Draper enloqueciendo mientras daba a luz a su tercer hijo, Gene. Eso pretendía ilustrar cómo podían ser los terrores del sueño crepuscular.
A pesar de todo, Gauss siguió experimentando y perfeccionando su «Método Friburgo» (llamado así porque Gauss tenía su sede en Friburgo, Alemania) y, en 1911, él y otros habían utilizado la técnica en entre 8.000 y 10.000 partos.
A mediados de la década, una periodista llamada Hanna Rion (más tarde conocida como «la señora de Frank Ver Beck», renunciando a su identidad como se exigía en aquella época) respaldó con entusiasmo la técnica en un libro publicado en Estados Unidos. Esto llevó a la popularización del sueño crepuscular en estas costas.
¿Nadie oyó a las madres en apuros?
Debido a que las normas sociales de la época mantenían a los padres fuera de las salas de parto, sólo el personal médico presenciaba a las madres que daban a luz en el sueño crepuscular. El uso de este método empezó a decaer cuando un artículo publicado en 1958 en el Ladies Home Journal titulado «Crueldad en las salas de maternidad» relataba «historias de terror» de enfermeras y otras personas que habían visto partos en sueño crepuscular de primera mano.
Estas terribles historias, junto con los nuevos estudios sobre el efecto depresivo de los fármacos en el sistema nervioso central de los bebés, hicieron que la práctica cayera en desgracia a finales de la década de 1960 y principios de la de 1970.
Hoy en día, para los procedimientos que no requieren anestesia general, los médicos combinan de forma segura la anestesia local (que actúa como un bloqueo nervioso) con la sedación intravenosa, que induce un estado similar al sueño. Los pacientes no experimentan dolor y normalmente no recuerdan los acontecimientos de un procedimiento.