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Personalidad:Concepto del yo – Pruebas de personalidad – Teorías – Problema mente-cuerpo
El ánima y el ánimus, en la escuela de psicología analítica de Carl Jung, son los dos arquetipos antropomórficos primarios de la mente inconsciente, en oposición tanto a la función teriomórfica e «inferior» de los arquetipos de la sombra, como a los conjuntos de símbolos abstractos que formulan el arquetipo del yo. El ánima y el ánimus son descritos por Jung como elementos de su teoría del inconsciente colectivo, un dominio del inconsciente que trasciende la psique personal. En el inconsciente del varón, se expresa como una personalidad interna femenina: anima; en cambio, en el inconsciente de la mujer, se expresa como una personalidad interna masculina: animus.
Se puede identificar como la totalidad de las cualidades psicológicas femeninas inconscientes que posee un varón; o las masculinas que posee la mujer. El ánima es un arquetipo del inconsciente colectivo y no un agregado de la madre, las hermanas, las tías y los maestros de un hombre, aunque estos aspectos del inconsciente personal pueden «contaminar» los arquetipos.
El ánima es uno de los complejos autónomos más significativos de todos. Se manifiesta apareciendo como figuras en los sueños, así como influyendo en las interacciones del hombre con las mujeres y sus actitudes hacia ellas, y viceversa para las mujeres y el ánima. Jung decía que enfrentarse a la sombra de uno mismo es una «pieza de aprendizaje», mientras que enfrentarse al ánima es la obra maestra. Jung consideraba el proceso del ánima como una de las fuentes de la capacidad creativa.
Etimología
La raíz latina de ánimus es afín al griego anemoi (viento), aliento y al sánscrito aniti (respira). La raíz de estos y un grupo de conceptos relacionados afirma la declaración de Tales: «Todo está lleno de dioses». Véase psique, zodiaco.
La palabra anima puede proceder de la raíz lingüística protoindoeuropea *ane- («respirar»), de la que también proceden animal y animación.
En italiano, español y catalán, anima se traduce más estrechamente como «alma», mientras que en latín, animus y anima pueden traducirse ambos como «alma» o «mente», dependiendo del contexto.
En el libro Los socios invisibles se dice que la clave para controlar el ánima (animus) de uno es reconocerla cuando se manifiesta y ejercitar nuestra capacidad para discernir el ánima (animus) de la realidad.
Niveles de desarrollo del ánima
Jung creía que el desarrollo del ánima tiene cuatro niveles distintos, que denominó Eva, Elena, María y Sofía. A grandes rasgos, todo el proceso de desarrollo del ánima en un varón consiste en que el sujeto masculino se abra a la emocionalidad y, de ese modo, a una espiritualidad más amplia, creando un nuevo paradigma consciente que incluya procesos intuitivos, creatividad e imaginación, y sensibilidad psíquica hacia sí mismo y hacia los demás, allí donde podría no haber existido previamente.
Eva
El primero es Eva, llamado así por el relato del Génesis sobre Adán y Eva. Trata de la aparición de un objeto de deseo masculino, aunque simultáneamente generaliza a todas las mujeres como malvadas e impotentes.
Helena
La segunda es Helena, en alusión a Helena de Troya en la mitología griega. En esta fase, las mujeres son vistas como capaces de tener éxito en el mundo y de ser autosuficientes, inteligentes y perspicaces, aunque no del todo virtuosas. Esta segunda fase pretende mostrar un fuerte cisma en los talentos externos (negocios cultivados y habilidades convencionales) con la falta de cualidades internas (incapacidad para la virtud, falta de fe o imaginación).
María
La tercera fase es María, llamada así por la comprensión teológica cristiana de la Virgen María (la madre de Jesús). En este nivel, la mujer puede ahora parecer poseer virtud por el varón que la percibe (aunque sea de forma esotérica y dogmática), en tanto que ciertas actividades consideradas conscientemente no virtuosas no pueden aplicarse a ella.
Sophia
La cuarta y última fase del desarrollo del ánima es Sophia, llamada así por la palabra griega para sabiduría. Ahora se ha producido la integración completa, lo que permite ver a las mujeres y relacionarse con ellas como individuos particulares que poseen cualidades tanto positivas como negativas. El aspecto más importante de este último nivel es que, como sugiere la personificación «Sabiduría», el ánima está ahora lo suficientemente desarrollada como para que ningún objeto pueda contener plena y permanentemente las imágenes con las que se relaciona.
Niveles de desarrollo del ánima
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Jung se centró más en el ánima del hombre y escribió menos sobre el ánimus de la mujer. Jung creía que cada mujer tiene un animus análogo dentro de su psique, siendo éste un conjunto de atributos y potenciales masculinos inconscientes. Consideraba que el ánimus era más complejo que el ánima, postulando que las mujeres tienen una gran cantidad de imágenes de ánimus mientras que el ánima masculina consiste sólo en una imagen dominante.
Jung afirmó que hay cuatro niveles paralelos de desarrollo del ánimus en una mujer, pero sólo nombró las etapas uno y tres del proceso de individuación del ánimus: el atleta/musculoso/esbirro y el profesor/clérigo – «el planificador» y «el guía» se utilizan aquí para la comodidad del lector. Para el primero, debido a la explicación de Jung de que «dota a la mujer de iniciativa y capacidad de acción planificada»; y para el segundo, al señalar que «en la mitología, este aspecto del animus aparece como Hermes, mensajero de los dioses; en los sueños es un guía útil.»
El atleta
También conocido como el matón o el musculoso, Jung lo describió como la encarnación del poder físico.
El planificador
Esta etapa encarna la capacidad de independencia, la acción planificada y la iniciativa.
El profesor
También conocido como el clérigo, encarna «la Palabra».
El guía
Al igual que «Sophia», este es el nivel más alto de mediación entre la mente inconsciente y la consciente.
Anima y animus comparados
Los cuatro roles no son idénticos con los géneros invertidos. Jung creía que mientras el ánima tendía a aparecer como una sola mujer, el ánimus solía consistir en múltiples personalidades masculinas. El proceso de desarrollo del ánimus consiste en cultivar una idea del yo independiente y no subyugada socialmente, encarnando una palabra más profunda (según una perspectiva existencial específica) y manifestando esta palabra. Para aclarar, esto no significa que un sujeto femenino se vuelva más fijo en sus formas (ya que esta palabra está impregnada de emocionalidad, subjetividad, y un dinamismo al igual que un Anima bien desarrollado) sino que es más consciente internamente de lo que cree y siente, y es más capaz de expresar estas creencias y sentimientos.
Ambos estadios finales del desarrollo del Animus y del Anima tienen cualidades dinámicas (relacionadas con el movimiento y el flujo de este proceso de desarrollo continuo), cualidades abiertas (no existe un ideal estático perfeccionado o una manifestación de la cualidad en cuestión) y cualidades pluralistas (que trascienden la necesidad de una imagen singular, ya que cualquier sujeto u objeto puede contener múltiples arquetipos o incluso roles aparentemente antitéticos).
Ver también
- Anima (Jung)
- Jung, Carl. The Psychology of the Unconscious, Dvir Co., Ltd., Tel-Aviv, 1973 (originalmente 1917)
Lectura adicional
- Los compañeros invisibles: Cómo lo masculino y lo femenino que hay en cada uno de nosotros afecta a nuestras relaciones, de John A. Sanford (Rústica – 1 de enero de 1979)