Asentamientos tempranos y civilizaciones precolombinasSe cree que las sociedades paleoindígenas nómadas emigraron de América del Norte a México a partir del 20.000 a.C. Los asentamientos permanentes basados en el cultivo intensivo de plantas autóctonas como el maíz, la calabaza y los frijoles se establecieron hacia el 1.500 a.C. Entre el 200 a.C. y el 900 d.C., surgieron varias sociedades indígenas avanzadas. Durante este «Periodo Clásico», se construyeron centros urbanos en Teotihuacán (en el centro de México), Monte Albán (en el territorio que ahora constituye el estado de Oaxaca) y en los complejos mayas (en los actuales estados de Chiapas, Tabasco, Campeche, Yucatán y Quintana Roo, así como en sitios de los actuales países de Honduras, Guatemala y Belice). Estas sociedades avanzadas desarrollaron lenguas escritas, mostraron altos niveles de especialización ocupacional y estratificación social, y produjeron un elaborado arte, arquitectura y obras públicas. Tras el inexplicable colapso de la sociedad de Teotihuacán alrededor del año 650 d.C., las primeras civilizaciones del centro de México fueron eclipsadas por los estados mayas de la península de Yucatán. Las comunidades mayas de las tierras bajas florecieron desde el año 600 hasta el 900 d.C., cuando también decayeron abruptamente. El periodo posclásico (de 900 a 1500 aproximadamente) se caracterizó por una amplia migración en toda Mesoamérica y el resurgimiento del valle central de México como lugar de asentamiento urbano y poder político a gran escala. Hacia el año 1300, los aztecas se habían establecido en el emplazamiento de la actual Ciudad de México. El estado azteca, militarista y burocrático, gobernaba un lejano imperio tributario que abarcaba gran parte del centro de México.
Conquista, colonización y cristianización españolasA principios del siglo XVI, aventureros militares españoles con base en Cuba organizaron expediciones a las tierras de América del Norte. La primera gran expedición militar a México, dirigida por Hernán Cortés, desembarcó cerca de la actual Veracruz en 1519 y avanzó hacia el interior, hacia la capital azteca de Tenochtitlán, con la esperanza de conquistar el centro de México. En 1521, las fuerzas españolas bajo el mando de Cortés, reforzadas por tribus indígenas rebeldes, habían derrocado el imperio azteca y ejecutado al último rey azteca, Cuauhtémoc. A continuación, los españoles injertaron sus instituciones administrativas y religiosas en los restos del imperio azteca. Durante los primeros años del dominio colonial, los conquistadores y sus descendientes compitieron por los títulos de tierras reales (encomiendas) y los repartimientos de mano de obra indígena. El primer sistema económico colonial se basaba en gran medida en la capacidad de los encomenderos para desviar la mano de obra indígena de la agricultura a la extracción de metales preciosos para su exportación a España. La encomienda se convirtió en la base de una sociedad feudal semiautónoma que sólo rendía cuentas a las autoridades centrales de Madrid.
La Nueva España y la economía mercantilDurante los siglos XVI y XVII, México experimentó un cambio demográfico, cultural y político de gran alcance. En todo el centro de México se fundaron nuevas ciudades y pueblos de estilo español, que sirvieron como centros comerciales, administrativos y religiosos que atrajeron a una población mestiza cada vez más hispanizada y cristianizada procedente del campo. La ciudad de México, construida sobre las ruinas de Tenochtitlán, se convirtió en la capital del imperio norteamericano de España. La sociedad colonial estaba estratificada por raza y riqueza en tres grupos principales: blancos (nacidos en Europa y América), castas (mestizos) y pueblos indígenas; cada uno de ellos tenía derechos o privilegios (fueros) específicos y obligaciones en la sociedad colonial. La Nueva España estaba gobernada por un virrey designado por la Corona española, pero en la práctica gozaba de un amplio grado de autonomía respecto a Madrid.
A lo largo del periodo colonial, la relación económica de México con España se basó en la filosofía del mercantilismo. México estaba obligado a suministrar materias primas a España, que a su vez producía productos acabados que se vendían con beneficio a las colonias. Los aranceles comerciales que imponían estrictas restricciones a las economías coloniales protegían a los fabricantes y comerciantes de España de la competencia exterior en las colonias. A mediados del siglo XVIII, el tercer rey Borbón de España, Carlos III, reorganizó la estructura política del imperio español de ultramar en un esfuerzo por reforzar la autoridad central, revitalizar la economía mercantil y aumentar los ingresos fiscales. La Nueva España se dividió en 12 departamentos militares (intendencias) bajo un único comandante general en la Ciudad de México que era independiente del virrey y dependía directamente del rey.
Guerra de la IndependenciaLa difusión de la filosofía de la Ilustración de finales del siglo XVIII, junto con el ejemplo igualitario de las revoluciones estadounidense y francesa, motivó a los blancos nacidos en México (criollos) a buscar una mayor autonomía y estatus social dentro del sistema colonial. La discriminación de los criollos en el otorgamiento de altos cargos había sido durante mucho tiempo una fuente de contención entre España y la ciudad de México. En 1808, la invasión de la Península Ibérica por parte de Napoleón Bonaparte y la abdicación forzada del rey español, Carlos IV, alteraron la vacilante autoridad de España sobre México. Rechazando el régimen títere instalado por Francia, el virrey en funciones se alió con los criollos y declaró una junta independiente ostensiblemente leal a Carlos IV. Los aliados del régimen napoleónico respondieron dando un golpe de estado e instalando un nuevo virrey, acción que preparó el terreno para la guerra entre criollos y leales a España.
El 16 de septiembre de 1810, Miguel Hidalgo y Costilla, un párroco criollo, emitió el Grito de Dolores, un llamamiento a las armas contra el dominio español que movilizó a la población indígena y mestiza y lanzó la guerra de independencia mexicana. Tras un breve asedio de la ciudad de México por parte de los insurgentes en 1814, las fuerzas españolas emprendieron una exitosa contraofensiva que casi aniquiló a los rebeldes en 1820. Sin embargo, las tornas cambiaron a favor de los criollos en febrero de 1821, cuando un oficial leal, Agustín de Iturbide, despreció la monarquía constitucional recién establecida en España y desertó con su ejército a los rebeldes. Bajo el Plan de Iguala, el ejército rebelde aceptó respetar los derechos de los blancos nacidos en España (peninsulares) y preservar los privilegios tradicionales (fueros) y los títulos de propiedad de la Iglesia Católica Romana. Los españoles, ahora superados tanto política como militarmente, perdieron la voluntad de continuar la guerra y reconocieron la independencia de México en septiembre de 1821.
Imperio y primera RepúblicaAl retirarse España, Iturbide se declaró emperador de México y Centroamérica. Sin embargo, en pocos meses su régimen imperial estaba en bancarrota y había perdido el apoyo de la élite criolla. En febrero de 1823, Iturbide fue derrocado por las fuerzas republicanas dirigidas por el general Antonio López de Santa Anna. El imperio mexicano se disolvió cuando las Provincias Unidas de Centroamérica declararon su independencia en julio de 1823.
Los enfrentamientos entre los partidos conservador y liberal dominaron la política durante los primeros años de la república.Los conservadores, que abogaban por una república centralizada gobernada desde la ciudad de México y por el mantenimiento de los fueros clericales y militares, contaban con el apoyo de la Iglesia Católica Romana y de gran parte del ejército. Los liberales, por su parte, defendían el federalismo, el laicismo y la eliminación de los fueros. Bajo la república federal vigente de 1824 a 1836, México fue gobernado por una serie de gobiernos liberales débiles y en perenne bancarrota. El general Santa Anna y sus aliados crearon una república centralizada que se mantuvo en el poder de 1836 a 1855. Aunque nominalmente era liberal, Santa Anna era principalmente un nacionalista que dominó la política de México durante dos décadas. Los esfuerzos de Santa Anna por imponer la autoridad del gobierno mexicano sobre los asentamientos angloamericanos en Texas impulsaron la secesión de esa región de México en 1835. Los excesos cometidos por una expedición punitiva mexicana contra las guarniciones tejanas de El Álamo y Goliad provocaron un fuerte sentimiento antimexicano en Estados Unidos y galvanizaron el apoyo público estadounidense a la independencia tejana. En abril de 1836, las fuerzas tejanas derrotaron y capturaron a Santa Anna en San Jacinto y, durante su breve cautiverio, el general mexicano firmó un tratado por el que se reconocía la independencia tejana de México.
Guerra mexicano-estadounidense, guerra civil e intervención francesaUna disputa con Estados Unidos sobre los límites de Texas condujo a la guerra entre Estados Unidos y México en abril de 1846. Dos columnas del ejército estadounidense que avanzaban hacia el sur desde Texas capturaron rápidamente el norte de México, California y Nuevo México, rechazando a las fuerzas de Santa Anna en Buena Vista. Una fuerza expedicionaria anfibia dirigida por el general Winfield Scott capturó la ciudad de Veracruz, en la costa del Golfo, tras un breve asedio y un bloqueo naval. Las fuerzas de Scott sometieron a la ciudad de México en septiembre de 1847, tras una serie de batallas campales a lo largo de la ruta hacia el interior de la capital mexicana y sus bastiones circundantes. En el Tratado de Guadalupe Hidalgo, la retirada de Estados Unidos estaba condicionada a la cesión por parte de México de los territorios de Nuevo México y la Alta California (los actuales estados de California, Nevada, Utah y partes de Arizona, Nuevo México, Colorado y Wyoming) y a la aceptación de la incorporación de Texas a Estados Unidos.
En 1855 Santa Anna fue derrocado y obligado a exiliarse por una revuelta de oficiales liberales del ejército. El gobierno liberal del presidente Ignacio Comonfort supervisó una convención constitucional que redactó la constitución progresista de 1857. La nueva constitución contenía una declaración de derechos que incluía la protección del habeas corpus y la libertad religiosa, y ordenaba la secularización de la educación y la confiscación de las tierras de la Iglesia Católica. Los conservadores y los funcionarios eclesiásticos se opusieron firmemente a sus disposiciones anticlericales. Para evitar el conflicto, el presidente Comonfort retrasó su promulgación y decretó su propio programa de reformas moderadas, conocido como las Tres Leyes. Sin embargo, en enero de 1858, tras los infructuosos esfuerzos de Comonfort por alcanzar un compromiso político, las facciones se alzaron en armas y el gobierno se vio obligado a abandonar su cargo. Una guerra civil de tres años entre los ejércitos conservadores y liberales, conocida como la Guerra de la Reforma, envolvió al país. Tras los reveses iniciales, los liberales, liderados por el prominente político indígena zapoteco y ex vicepresidente Benito Juárez, se impusieron. En enero de 1861, los liberales recuperaron el control de la Ciudad de México y eligieron a Juárez como presidente. Gran Bretaña y España se retiraron rápidamente, pero los franceses se quedaron y, en mayo de 1863, ocuparon la Ciudad de México. Aprovechando el apoyo de los conservadores mexicanos, Napoleón III instaló al príncipe austriaco Fernando Maximiliano de Habsburgo como emperador mexicano Maximiliano I. En febrero de 1867, una creciente insurgencia liberal a las órdenes de Juárez y la amenaza de guerra con Prusia obligaron a Francia a retirarse de México. Maximiliano fue capturado y ejecutado por las fuerzas de Juárez poco después. Juárez fue restablecido en la presidencia y permaneció en el cargo hasta su muerte en 1872.
Edad de Porfirio DíazDesde 1876 hasta 1910, los gobiernos controlados por el caudillo liberal Porfirio Díaz persiguieron la modernización económica mientras mantenían un control político autoritario.En contraste con sus predecesores liberales, Díaz estableció relaciones cordiales con la Iglesia católica, una institución que consideraba central para la identidad nacional mexicana. En los años de Díaz, conocidos como el «Porfiriato», el Estado invirtió fuertemente en obras públicas urbanas, ferrocarriles y puertos, lo que contribuyó a un crecimiento económico sostenido impulsado por las exportaciones. Los gobiernos del Porfiriato fomentaron la inversión extranjera en la agricultura de exportación y la concentración de la tierra cultivable en forma de haciendas. Aunque la clase media urbana experimentó mejoras sustanciales en la calidad de vida, la mayoría campesina de México vio amenazado su sustento por la pérdida de tierras comunales a favor de las haciendas. En respuesta a los crecientes disturbios en el campo, Díaz creó la Guardia Rural, una fuerza paramilitar que se hizo famosa por sus tácticas represivas.
Revolución mexicana y consecuencias A finales de siglo, la oposición a Díaz se había extendido entre los liberales disidentes que buscaban un retorno a los principios de la Constitución de 1857.
Tras la fraudulenta reelección de Díaz en 1910, varias revueltas rurales aisladas se convirtieron en una insurrección a escala nacional. Al no poder recuperar el control de varias capitales estatales rebeldes, Díaz renunció a la presidencia en mayo de 1911 y huyó a Francia. Se instaló un gobierno provisional bajo el mando del reformista liberal Francisco I. Madero, pero no consiguió mantener el apoyo de los campesinos radicales liderados por Emiliano Zapata, que estaba llevando a cabo una insurgencia rural en el sur de México. La autoridad de Huerta se vio socavada cuando los marines estadounidenses ocuparon Veracruz en respuesta a un incidente menor. Tras la dimisión de Huerta en julio de 1914, continuaron los combates entre las bandas rivales aliadas con Venustiano Carranza y Francisco «Pancho» Villa. El apoyo de Estados Unidos a Carranza provocó que Villa tomara represalias asaltando varias ciudades fronterizas de EE.UU. En respuesta, Estados Unidos envió tropas al mando del general John J. Pershing en una expedición sin éxito al norte de México para matar o capturar a Villa. Carranza negoció un alto el fuego entre varias de las facciones mexicanas en conflicto en diciembre de 1916 y restableció el orden en la mayor parte del país al aceptar la constitución radical de 1917. La violencia rural continuó en el sur, sin embargo, hasta el asesinato de Zapata por las fuerzas de Carranza en noviembre de 1920.La Revolución Mexicana tuvo un alto coste humano y económico; más de un millón de muertes se atribuyeron a la violencia.
Consolidación de la RevoluciónDesde la década de 1920 hasta la de 1940, una serie de fuertes gobiernos centrales dirigidos por antiguos generales de los ejércitos revolucionarios gobernaron México. La mayoría de los presidentes mexicanos cumplieron con la disposición constitucional de un solo sexenio sin reelección. A finales de la década de 1920, el presidente Plutarco Elías Calles estableció muchas de las instituciones que definirían el sistema político mexicano a lo largo del siglo XX. Este sistema se basaba en un Estado autoritario controlado por un partido «revolucionario» hegemónico encabezado por un poderoso presidente, en el nacionalismo económico, en una limitada colectivización de la tierra, en la subordinación militar a la autoridad civil, en el anticlericalismo y en la resolución pacífica de los conflictos sociales mediante la representación corporativa de los intereses de grupo. Tácticas como el uso extensivo del patrocinio del Estado, la manipulación de las leyes electorales y el fraude electoral, la propaganda gubernamental y las restricciones a la prensa, así como la intimidación de la oposición, contribuyeron a garantizar el dominio del gobierno a todos los niveles por parte del Partido Revolucionario Institucional (PRI) durante décadas. A través de su control vertical del PRI, los presidentes adquirieron el poder de elegir a dedo a sus sucesores, decretar leyes y modificar la constitución prácticamente a voluntad.
La ideología del régimen revolucionario dio un giro hacia la izquierda durante el sexenio de LázaroCárdenas (1934-40). Cárdenas nacionalizó la industria petrolera de México y amplió enormemente la superficie de las fincas colectivas intransferibles (ejidos) destinadas a las comunidades campesinas. Durante la Segunda Guerra Mundial y los primeros años de la Guerra Fría, los gobiernos de Miguel Ávila Camacho (1940-46) y Miguel Alemán Valdés (1946-52) repararon las tensas relaciones con Estados Unidos y volvieron a aplicar políticas más conservadoras. En los años de posguerra, México siguió una estrategia de desarrollo económico de «desarrollo estabilizador» que se basaba en una fuerte inversión del sector público para modernizar la economía nacional. Al mismo tiempo, los gobiernos mexicanos siguieron políticas conservadoras en materia de tipos de interés y de cambio que ayudaron a mantener bajas tasas de inflación y a atraer capital externo para apoyar la industrialización. Esta doble estrategia contribuyó a mantener un crecimiento económico estable y bajas tasas de inflación durante la década de 1960.
Crisis y recuperaciónDurante las presidencias de Luis Echeverría (1970-76) y José LópezPortilllo (1976-82), el sector público creció de forma espectacular y las empresas estatales se convirtieron en el pilar de la economía nacional. El gasto público masivo se sostenía en parte gracias a los ingresos procedentes de la exportación de los nuevos yacimientos de petróleo en alta mar. A finales de la década de 1970, el petróleo y los productos petroquímicos se habían convertido en los sectores más dinámicos de la economía. Sin embargo, las ganancias de la alta demanda mundial de petróleo serían temporales. A mediados de 1981, México se vio acosado por la caída de los precios del petróleo, la subida de los tipos de interés mundiales, el aumento de la inflación, un peso crónicamente sobrevalorado y un deterioro de la balanza de pagos que provocó una fuga masiva de capitales. En agosto de 1982, el gobierno mexicano dejó de pagar la deuda programada, un acontecimiento que presagiaba una crisis de la deuda en toda la región. El presidente López Portillo respondió a la crisis nacionalizando la industria bancaria, lo que socavó aún más la confianza de los inversores. Su sucesor, Miguel de la Madrid-Hurtado (1982-88), aplicó medidas de austeridad económica que sentaron las bases de la recuperación económica. En septiembre de 1985, el país sufrió otro golpe cuando dos grandes terremotos sacudieron el centro de México. Se cree que entre 5.000 y 10.000 personas murieron y 300.000 se quedaron sin hogar en el peor desastre natural de la historia moderna de México. Muchas víctimas perdieron la vida en modernos edificios de gran altura construidos sin respetar las normas de seguridad. El elevado número de víctimas y la inadecuada respuesta del gobierno al desastre socavaron aún más la confianza del público en el sistema político dominado por el PRI.
En el período previo a las elecciones presidenciales y legislativas de 1988, una facción disidente de antiguos miembros de la izquierda del PRI que se oponían a las reformas del mercado se unió a la candidatura presidencial independiente de Cuahtemoc Cárdenas. En las primeras elecciones presidenciales competitivas en décadas, el candidato del PRI, Carlos Salinas de Gortari, fue declarado ganador con una escasa mayoría de votos. Numerosas irregularidades en el recuento de votos, incluido un inexplicable cierre del sistema informático de la comisión electoral, dieron lugar a acusaciones generalizadas de fraude. Superando un mandato débil y una fuerte oposición de los sindicatos, el presidente Salinas emprendió una amplia liberalización de la economía. Las reformas incluyeron la privatización de cientos de empresas estatales, la liberalización de las leyes de inversión extranjera, la desregulación del sector de los servicios financieros y la reducción generalizada de los aranceles y las barreras comerciales no arancelarias. La liberalización económica culminó con la negociación del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) con Canadá y Estados Unidos en 1992. Las reformas de Salinas se vieron ensombrecidas por las posteriores revelaciones de corrupción en las altas esferas del PRI, así como por la inesperada aparición de una insurgencia rural en el estado sureño de Chiapas.
A pesar del asesinato del candidato original del PRI, Luis Donaldo Colosio, las elecciones presidenciales se celebraron como estaba previsto en otoño de 1994. El candidato del PRI que lo sustituyó, Ernesto Zedillo Ponce de León, logró evitar un serio desafío del Partido de Acción Nacional (PAN), de centro-derecha, y ganó la presidencia.
Transición a la democraciaA mediados de la década de 1990, una crisis económica derivada de un déficit por cuenta corriente insostenible y una mala gestión del mercado de bonos del Estado sumió a México en una grave recesión. El presidente Zedillo dedicó gran parte de su sexenio a restablecer el equilibrio macroeconómico y a responder a las demandas de mayor responsabilidad y transparencia de las instituciones públicas. Zedillo también tuvo que enfrentarse a la rebelión zapatista en Chiapas, que puso de manifiesto la pobreza y la marginación que caracterizan a muchas de las comunidades indígenas de México. En el ámbito político, el gobierno de Zedillo impulsó reformas del sistema electoral que igualaron el terreno de juego para los partidos de la oposición y sentaron las bases para una auténtica transición a la democracia. Las elecciones intermedias de julio de 1997 dejaron al PRI con una minoría de escaños en la Cámara de Diputados (la cámara baja del Congreso), ampliaron el control de la oposición sobre los gobiernos estatales y dieron al Partido de la Revolución Democrática (PRD), de izquierdas, el control del gobierno de la Ciudad de México.
El impulso de la oposición se trasladó a las elecciones generales de septiembre de 2000. El candidato del PAN, Vicente Fox Quesada, ganó la histórica carrera presidencial, convirtiéndose en el primer jefe de Estado de la oposición desde la consolidación de la revolución. El presidente Fox prometió profundizar en las reformas económicas y políticas de México, declaró la «guerra» al crimen organizado y planeó negociar un programa de «trabajadores invitados» inmigrantes con Estados Unidos. A pesar del fuerte apoyo de la opinión pública al principio de su mandato, el gobierno de Fox se vio debilitado por la pérdida de escaños del PAN en el Congreso durante las elecciones intermedias de 2003 y por el fracaso del gobierno a la hora de formar una coalición legislativa que apoyara su programa de reformas. Al final de su mandato, en 2006, gran parte del programa de reformas estructurales del presidente Fox seguía sin cumplirse.
El 2 de julio de 2006, México celebró elecciones generales para elegir al presidente, todos los escaños del Congreso y varias gubernaturas estatales. La carrera presidencial estuvo muy reñida entre el candidato del PAN, el ex ministro de Energía del gobierno de Fox, Felipe Calderón Hinojosa, y el candidato del PRD, el populista ex alcalde de Ciudad de México Andrés Manuel López Obrador. El candidato del PRI, el ex gobernador de Tabasco Roberto Madrazo Pintado, quedó rezagado en la carrera, ya que los votantes parecían recelosos de que el PRI volviera a la presidencia. Los sondeos de opinión indicaron que las elecciones eran en gran medida un referéndum sobre las dos décadas de reformas económicas orientadas al mercado en México. Calderón prometió continuar con el programa de reformas promoviendo una mayor inversión extranjera y aumentando la competitividad de la economía mexicana mediante reformas estructurales de las leyes laborales y de pensiones, así como continuar con la lucha del gobierno contra los cárteles de la droga y mejorar la seguridad pública. En cambio, López Obrador prometió centrarse en los problemas internos de México, como la pobreza y la desigualdad social, y detener las llamadas reformas «neoliberales». Prometió crear miles de puestos de trabajo mediante la financiación de grandes proyectos de obras públicas y afirmó que trataría de renegociar el TLCAN para proteger a los agricultores mexicanos de la afluencia de maíz estadounidense importado. Además, López Obrador prometió acabar con los impopulares oligopolios comerciales que surgieron de la privatización de activos estatales durante la década de 1990.
Los recuentos oficiales mostraron que los resultados de las elecciones presidenciales fueron extremadamente ajustados. La incertidumbre inicial sobre la exactitud del recuento preliminar de votos llevó a los dos candidatos principales a proclamarse vencedores. Sin embargo, los cómputos oficiales posteriores realizados por el Instituto Federal Electoral (IFE) confirmaron que Calderón había ganado las elecciones por una escasa pluralidad del 35,89% frente al 35,31% de López Obrador (un margen de victoria de 244.000 votos de los 41,8 millones emitidos). Por primera vez en su historia, el PRI perdió la pluralidad de escaños en ambas cámaras del Congreso, un hecho que los observadores interpretaron como una señal más del declive del partido. No obstante, el PRI conservó un bloque de escaños lo suficientemente amplio como para seguir siendo una fuerza congresional influyente y estaba bien posicionado para convertirse en socio de coalición de cualquier futuro gobierno mexicano. El PRD mantuvo el control de la poderosa alcaldía de Ciudad de México. Durante 2007, el gobierno de Calderón dio prioridad a la seguridad pública y a la lucha contra los cárteles de la droga. En respuesta a la escalada de la violencia del narcotráfico, el gobierno federal desplegó 24.000 soldados en varios estados y destituyó a cientos de funcionarios policiales corruptos.La opinión pública mexicana respaldó firmemente las tácticas agresivas de Calderón contra las bandas de narcotraficantes.Bajo el liderazgo de Calderón, el gobierno del PAN, de centro-derecha, cortejó al PRI, de centro-izquierda, en un esfuerzo por impulsar la agenda legislativa del presidente. Durante la sesión legislativa de 2007, el Congreso aprobó reformas fiscales y del sistema de pensiones de gran alcance que se habían estancado durante el gobierno de Fox.
A mediados de 2008, los sucesivos gobiernos mexicanos habían avanzado en la reforma de la economía y la reducción de la pobreza extrema. Sin embargo, seguían existiendo importantes disparidades de riqueza, altos niveles de delincuencia y corrupción. Los estados menos desarrollados del sur seguían estando económicamente rezagados con respecto a los más prósperos del norte y el centro, lo que fomentaba la migración ilegal a Estados Unidos.La economía de México también estaba rezagada con respecto a la de otros países de renta media, como China, en términos de competitividad general. Además de consolidar aún más la transición de México a la democracia, las elecciones generales de 2006 representaron una oportunidad para superar el estancamiento ejecutivo-legislativo y avanzar hacia el consenso en las reformas económicas y del sector público.
Fuente: Biblioteca del Congreso
___Historia de México
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