Mason Cooley escribió una vez: «La cura para una obsesión: conseguir otra».
Ese es el mejor consejo que he escuchado sobre cómo acallar las molestas voces dentro de tu cabeza. Molestan, persisten, acosan y aguantan más que tu paciencia o compostura.
No he tenido mucho éxito en la gestión de las mías, ya que suelo procesar tres obsesiones a la vez. Pero algunas de mis estrategias me han ayudado de vez en cuando. Aquí están.
1. Vuelve al camino.
Una de las visualizaciones que más me ayuda a emplear cuando me obsesiono es imaginar que mi mente es un coche que circula por la autopista. Cuando me pongo en marcha con una obsesión -no puedo dejar de lado un remordimiento, una inseguridad o, Dios no lo quiera, una mezcla de ambos-, simplemente reconozco que estoy fuera de la carretera: quizás en el arcén del carril, o subiendo una rampa, o dirigiéndome a una nueva aventura por completo. Tengo que dirigir el coche de vuelta a la carretera. Cuando estoy en un estado obsesivo, hago ese ejercicio una vez, digamos, cada cinco segundos.
2. Parar.
Otra técnica de visualización que uso es simplemente visualizar una señal de stop. No es creativo, lo sé, pero no hace falta tener imágenes elegantes para quitarse los bichos de la cabeza. Cada vez que mis pensamientos cobran vida propia, visualizo la señal de stop. Algunos expertos en TOC recomiendan un ritual para recordarse a sí mismo que debe detenerse (mientras visualiza la señal de stop), como por ejemplo, encajar una banda elástica en la muñeca, algo que indique que debe dirigir sus pensamientos de vuelta a la realidad. Yo lo hice durante un tiempo, pero las marcas rojas dieron pistas a demasiada gente sobre lo que estaba pasando dentro de mi cabeza.
3. Sigue avanzando.
Supongamos que has empleado una técnica de visualización tras otra, y tu mente sigue volviendo a ese punto, analizando cada ángulo del asunto. No puedes aguantar más. Cuando he llegado a mi umbral, me pongo en movimiento… de cualquier manera posible.
Si estoy en el trabajo, hago una pausa para ir al baño. Si estoy en casa, doy una vuelta a la manzana. Si estoy en una conversación en una fiesta, me excuso y camino a otra parte de la sala. Hago todo lo posible por cambiar de escenario de cualquier manera (socialmente aceptable) que pueda, porque el cambio a veces puede distraerme de mis pensamientos. A veces.
4. Enfadarse.
Algunos dicen que el enfado no se convierte, pero una nueva investigación publicada en la revista «Emotion» indica que el enfado puede, en ocasiones, contribuir a los niveles de felicidad y bienestar. En el estudio, los participantes que eligieron música de enfado antes de una tarea de confrontación mostraron una mayor salud psicológica que los participantes que eligieron música alegre. El primer grupo declaró una mayor satisfacción con la vida, mejores notas y una red de amigos más fuerte. No pasa nada, pues, por gritarle a tu obsesión, a tu cerebro o a ambos. Se lo merecen.
5. Cuidado con el viejo equipaje.
Mucho de lo que no podemos dejar pasar -o el hecho de que no podamos dejarlo pasar- tiene sus raíces en cuestiones del pasado. No podemos volver atrás y cambiarlo, pero la comprensión de por qué estamos haciendo algo a veces ofrece pistas sobre cómo romper los patrones obsesivos. «Entonces, ¿qué debemos a nuestras historias personales?», escribe el psiquiatra Gordon Livingston, en «Demasiado pronto viejo, demasiado tarde inteligente». «Ciertamente, estamos moldeados por ellas y debemos aprender de ellas si queremos evitar los errores repetitivos que nos hacen sentir atrapados en un drama de larga duración de nuestra propia autoría.»
6. Identificar las distorsiones.
En su libro, The OCD Workbook, Bruce M. Hyman, Ph.D., y Cherry Pedrick, RN, catalogan algunos errores cognitivos típicos de los preocupados y de las personas con TOC. Tome nota de estos:
- Sobreestimar el riesgo, daño y peligro
- Sobrecontrol y perfeccionismo
- Catastrofización
- Pensamiento en blanco y negro o de todo o nada
- Dudas persistentes
- Pensamiento mágico
- Pensamiento supersticioso
- Intolerancia a la incertidumbre
- Exceso deresponsabilidad
- Propensión pesimista
- Pensamiento «y si»
- Tolerancia a la ansiedad
- Causa y efecto extraordinarios
7. Aplica un poco de humor.
El humor es tu mejor amigo. Es la única voz que te confirma que no eres un bicho raro, que simplemente estás en medio de uno de tus habituales desvaríos y que las cosas irán bien si no te tomas tan en serio esto que tanto te obsesiona. El humor inserta un espacio muy necesario entre tu centro emocional, el sistema límbico de tu cerebro y tu problema.
Imagen: under30ceo.com
Publicado originalmente en Sanity Break at Everyday Health.